En este año que inicia, me puse a pensar qué es lo que deseo para este año, tanto en lo personal, como para todos los que me rodean.
Mientras lo hacía, escuchaba el último disco de Joaquín Sabina y una se sus canciones: "que se llama soledad", me dio la pauta para concretar esos deseos.
Dice el flaco de Jaén: "Algunas veces suelo, recostar mi cabeza en el hombro de la luna; y le hablo de una amante inoportuna que se llama soledad".
Sí la tristeza y la soledad suelen venir acompañadas en fechas especiales, sobre todo como ahora que se me juntaron varios aniversarios luctuosos. ¡Qué rápido pasa el tiempo!
¿Será cierto lo que se dice que, de acuerdo con el calendario maya ahora el tiempo transcurre más rápido? Estoy comenzando a creer que así es.
Y en "noche de bodas", añade: "Que el maquillaje no apague tu risa". Sí, que tu rostro siga siendo joven, bello y atractivo; y sobre todo, que siga sonriéndole a la vida a pesar de todos los pesares.
"Que el equipaje no lastre tus alas. Que el calendario no venga con prisas. Que el diccionario detenga las balas".
Deseo que este año podamos seguir volando aún más alto. Que podamos ir tan lejos como las fuerzas y la fiducia lo permitan. Y que nada ni nadie detenga nuestra marcha por los caminos del mundo.
"Que el fin del mundo te pille bailando: Que el escenario te pinte las canas. Que el corazón no se pase de moda. Que los otoños te doren la piel. Que todas las noches sean noches de boda. Que todas las lunas sean lunas de miel".
"Que no te vendan amor sin espinas. Que no te cierren el bar de la esquina".
En efecto, que la vida siga siendo más una fiesta que otra cosa y que si se presenta el fin del mundo, nos agarre bailando sin ningún temor. Que el escenario en el que actuemos nos pinte las canas, pero que no nos confine a un cuarto o una casa de retiro.
Que sigamos viendo las cosas al través del corazón y no de la mente. Que sea la concordia nuestra divisa y que sepamos tenderle la mano al hermano.
Que los otoños caigan suavemente sobre ti y te doren la piel sin hacerte mayor daño.
Que tengamos presente que no hay amor sin espinas. Que el dolor es inevitable, pero que la alegría sea siempre superior a ese dolor.
Que la relación con la persona que amas sea una eterna luna de miel y todas las noches sean como una noche de bodas.
Que mis amigos sigan siendo mis amigos. Que me pueda seguir juntando a desayunar en El Cuate con mis afectos: con Pancho, Jorge, Ernesto, Jorgillo y los amigos ocasionales con los que a veces coincidimos.
Que siga reuniéndome cada semana con mis otros entrañables amigos: Chuy, Íñigo, Julio, Gabriel, Luis y Javier.
Que no nos cierren La Tasca, para que las bebidas espirituosas sigan corriendo en forma generosa, pero moderada; y las viandas mantengan ese sabor delicioso de la comida española.
Que nos mantengamos en unión familiar; y Dios nos permita seguir así por muchos años más.
Que me permita seguir en contacto con mis amigos de Saltillo, disfrutando de la compañía del poeta Jesús Cedillo, de Carlos Arredondo y el chef de "sabor huracanado": Juan Ramón Cárdenas, en la catedral de don Artemio, donde hay una mesa de recuerdos entrañables.
Que en efecto, el calendario no venga tan acelerado y la vida transcurra despacio, lejos de la comida rápida y la rutina enajenante.
Que este año podamos concretar algunos hermosos proyectos, como el del libro: "Fiera de amor", con grabados de Magdalena Dávila y textos del poeta; y también vea la luz un nuevo libro de poemas de Jesús.
Confío en el poeta, que dice que el proyecto sigue viento en popa y que pronto tendremos la edición en las manos.
Pues espero que podamos completar estos proyectos y muchos más que nos mantengan y alimenten el gusto por la vida.
Pero entre que ello sucede y: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".