Papa. El Papa Benedicto XVI a bordo del papamóvil a su llegada a la Casa del Conde Rul de Guanajuato.
Plaza llena. Los fieles corean: ¡Benedicto, Benedicto!, y cuando su líder religioso sale al balcón de la señorial Casa del Conde Rul, donde ha conversado en privado con el presidente Felipe Calderón, aclaman con una intensidad singular.
Como hipnotizados, los miles presentes miran y escuchan. “Estoy contento”, dice a la multitud sus palabras pensadas para los niños de México. Frente a él, abajo del balcón, están pequeños con discapacidad, enfermos, víctimas de la violencia.
Su mensaje es de amor. El timbre de la voz papal resuena en esta Plaza de la Paz, iluminada ya, a las 19:25 horas, y llega al sentimiento de ancianas, madres con niños en brazos, muchachos que han venido a aplaudir al líder religioso.
El pescador de almas arroja su red a las aguas que forma esa multitud: “Ustedes, mis queridos amigos, no están solos”.Ni él, tampoco. Ha tocado el corazón de esta gente. Es un sonido gutural de la feligresía, claro, pero suave.
La ternura del Papa imprime un especial efecto a sus palabras: “Quisiera quedarme más tiempo con ustedes”. Y a ello sigue, la solución a sus deseos: ¡Que se quede! ¡Que se quede! El Papa propone: “Recen por todos, también por mí”. Siií, le contestan.
“Rezaré por ustedes”. Gracias, agregan en el diálogo de la grey y el líder.
Próximo ya a los católicos del Bajío, Joseph Ratzinger se ha dejado llevar por el ánimo de la multitud.
La calidez de sus fieles lo familiariza. Antes de llegar a su entrevista con Felipe Calderón (a quien sólo se le ve en la imagen de la televisión), en el papamóvil recorre las estrechas calles de esta ciudad, y el vehículo se detiene frente a la catedral.
Ala entrada del reducido atrio ha sido llevada la imagen de Nuestra Señora de la Paz de Guanajuato, coronada de oro, con su bebé en brazos. La custodia una guardia clerical, que la regresará al altar. La ventana del papamóvil se abre. Desde allí bendice a la estatua religiosa, mientras las campanas tocan a júbilo. Es insólito lo que pasa por querer ver a Papa: ¡El campanario está lleno de personas que deben resistir el tañer de las campanas! Este teólogo que ha escrito 19 libros, y que tiene en sus ideas principales que Dios es amor y que ha dicho a los niños esta noche que “Dios quiere que sean siempre felices”, en su visita predica con el ejemplo. Está alegre. Su poderosa mano transmite una indicación a una madre en la valla frente a la catedral.
La mujer no lo piensa, levanta y acerca a su bebé al Papa. Un gordo vestido de blanco. Benedicto XVI besa al niño de unos meses de nacido, que va de vuelta a los brazos maternales. Y sigue su camino, a tareas no de líder religioso; de jefe de Estado. Sus conversaciones con Calderón.
José Alfredo Jiménez está en espíritu, desde la llegada del Pontífice, pero más en esta jornada. “Caminos de Guanajuato” es cantada por el coro Esperanza Azteca. La gente se suma a ese canto profundo que es el himno de los guanajuatenses. “Bonito León, Guanajuato, su feria con su jugaaadaaa...” El pueblo anfitrión se deleita en su alegría. Y el canto es general: Niños, mujeres, hombres, ancianos: “...Y se respeta al que gaaanaaa...” Si José Alfredo viviera, esta noche sería su gloria. “Por eso es que en este mundo, la vida no vale naaadaaa”.
Las voces populares dicen sin cansarse: “¡Benedicto, amigo, ya eres mexicano!” Y es curioso que la consigna señera de “¡Viva Cristo Rey!”, que en el aeropuerto fue dicha una vez, y que es consigna muy respetada, está ausente en las vallas.
Esta noche es de fiesta fervorosa. en Guanajuato, en Silao, en León. Decenas de miles de fieles han llegado a acampar en el Parque Bicentenario.Monjas hay por doquier. En grupos la gente grita sus consignas a lo que se mueve: “¡El Papa! ¡El Papa!” Suficiente santo y seña.