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Recesión inexistente

OPINIÓN

Recesión inexistente

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Sergio Sarmiento

Los economistas de los países ricos nos han llevado a pensar que el mundo está viviendo un momento de crisis y recesión. Crisis ciertamente la hay, por lo menos en ciertos países de Europa, como Grecia e Italia, que tuvieron un gasto gubernamental excesivamente alto, o como España e Irlanda, que permitieron una burbuja inmobiliaria que finalmente estalló.

Pero ¿recesión? La economía del mundo tuvo un crecimiento de cuatro por ciento en 2011. No es una cifra baja. De hecho, es un nivel que se encuentra en el 20 por ciento más alto registrado en el último medio siglo. Los precios del petróleo, el cobre y otras materias primas se encuentran a niveles muy altos, lo cual no es congruente con una economía en recesión.

La idea de que se está viviendo una recesión mundial surge del escaso crecimiento en algunas economías de Europa. Pero ni siquiera todos los países europeos están en recesión. Alemania tuvo una tasa de crecimiento de tres por ciento en 2011 y registra ahora un nivel de desempleo menor que antes de la crisis económica. Estados Unidos está creciendo entre dos y tres por ciento al año, lo cual es bajo pero dentro de los parámetros de las últimas décadas. Suecia, que tuvo una crisis bancaria en la década de los noventa, está creciendo de forma vigorosa. Los países de Latinoamérica tienen sólidas tasas de expansión. En Asia, China, Corea del Sur y otras naciones están creciendo a ritmos vertiginosos.

México tuvo una tasa de crecimiento de 3.7 por ciento en 2011. Es una cifra menor a la de 2010, de 5.4, mientras que para el 2012 se espera un ritmo todavía menor, pero aun saludable, de tres por ciento. Difícilmente puede esto considerarse como una recesión.

Si volvemos la vista a Grecia, España e Italia, por supuesto se llega a la convicción de que hay una ‘recesión internacional’. Pero esto no lleva a la conclusión de que estamos sufriendo un problema global. Más bien, los países que han incurrido en malas políticas públicas están pagando las consecuencias de sus actos, mientras aquellos que han tenido políticas positivas están cosechando los frutos.

Quizá los mexicanos debamos estar insatisfechos con la tasa de crecimiento que estamos teniendo, la cual es inferior a la que registran el mundo en su conjunto y en particular el grupo de las economías emergentes. Pero en realidad nosotros también tenemos las cifras que nuestras decisiones económicas del pasado nos permiten. No estamos en crisis, como Grecia o España, porque hemos tenido políticas macroeconómicas razonablemente sanas. Pero tampoco estamos creciendo a tasas de cinco por ciento o más porque no hemos hecho las reformas de fondo, en particular la fiscal y la de energía, que nos habrían permitido generar una mayor inversión productiva. Nuestro tres-cuatro por ciento es lo que cabe esperar dadas las políticas que tenemos.

Es falso afirmar así que estamos en una recesión internacional. Más bien vivimos en un momento de expansión económica que está siendo bien aprovechado por algunos países y desaprovechado por otros. China y Alemania, a pesar de sus dispares niveles de desarrollo, son dos de las naciones que están creciendo. México se encuentra en medio del camino porque, a pesar de nuestras sanas políticas financieras, no hemos hecho las reformas que nos permitirían ser más competitivos.

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