Reciben bendición del Santo Padre
Pocos tienen la fortuna de tener a unos centímetros a Su Santidad Benedicto XVI y más aún de ser bendecidos por el, Susana Guillermina González fue una de las afortunadas.
“Estoy muy feliz de estar aquí (Miraflores), me sentí privilegiada de estar mero enfrente del Papa, me mandó un rosario bendito y especial para la familia”, dijo.
Originaria de la Colonia Santa Cecilia, la señora de 26 años, llegó en taxi poco después de las 6 de la mañana en compañía de sus tres hijos y esposo a las afueras del Colegio Miraflores y rápidamente se instaló detrás de la valla colocada sobre bulevar López Sanabria con la ilusión de poder ver partir al Papa al Parque Bicentenario.
Sin embargo la vida le cambió en un momento, cuando tuvo la fortuna de recibir en sus manos uno de los 5 rosarios que entregaron especialmente a algunas personas para poder ingresar a dar los buenos días al Papa y ser bendecidos personalmente a las afueras del Colegio.
Con lágrimas en los ojos, cargando entre sus brazos a Ángel (su hijo menor), aún sin creer lo que había sucedido, casi como si todo hubiera sido un sueño y siendo felicitada por todos los presentes ante el privilegio otorgado, fue como Susana González se reencontró con su marido e hijos donde no pudo contener el llanto.
“Tuve el privilegio de tenerlo frente a mi de sentirlo, tocarlo el nos eligió dio 5 rosarios solamente y el eligió a cada niño que le iba a dar”.
“Me siento feliz, no tengo palabras para decir esto, mi niño más chiquito Ángel me había nacido con una enfermedad sin ano y me decían que no había esperanzas y gracias a dios está vivo, es una fe grande para mi y me da para seguirle adelante”, dijo emocionada la señora.
Sin poder decir más, con una voz entre cortada y empapada en llanto, ante un acto que probablemente nunca en la vida tenga el privilegio en repetirlo, fue como la familia Torres González se retiró a casa, feliz de la vida por haber conocido físicamente a Benedicto XVI.