EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Recta final

Archivo adjunto

LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

Como todo plazo se cumple, el día de la elección federal que renovará Presidencia de la República y Diputados y Senadores al Congreso de la Unión está a la vista, para celebrase el próximo domingo primero de julio.

La idea más difundida en los últimos días apunta a considerar que la elección no está decidida, y los resultados de las encuestas publicadas están seriamente cuestionados. Hoy día una ciudadanía pensante repasa las experiencias del pasado y recuerda que en ninguna de las dos últimas elecciones presidenciales, en los años dos mil y dos mil seis, las predicciones favorecieron a los candidatos del Partido Acción Nacional, quienes en su momento resultaron triunfadores en ambas contiendas.

Por si fuera poco, la experiencia reciente en la renovación de los gobiernos de Veracruz e Hidalgo por poner un par de ejemplos, demuestran que lo equivocadas que estuvieron las encuestas que pronosticaban diferencias de hasta veinte puntos en favor de los candidatos del PRI, cuando al final cerraron en dos y cuatro puntos de diferencia. Los resultados ciertamente sirvieron para generar una falsa percepción favorable al tricolor, pero a la postre sembraron la semilla de la desconfianza general en las encuestas, que prevalece en la actualidad.

Es evidente que alguno de los candidatos triunfará sobre los restantes, pero lo cierto es que nuestro país está dividido al menos en tres partes, considerando a Nueva Alianza de Elba Esther como un apéndice del PRI y como tal el Congreso quedará dividido en una proporción la que fuere, que exigirá que el desempeño del nuevo gobierno sea incluyente.

La invitación al voto útil al que convocan los dueños de Peña Nieto no ha permeado, porque se basa en una contradicción absurda e irresoluble: El miedo a que López Obrador gane la elección que resulta incongruente con la insistencia de los estrategas priistas en poner a su candidato catorce puntos y más, por encima del Peje y del resto de los competidores.

Es una realidad que el conflicto PRI-PRD se ha radicalizado, lo que pone a Josefina Vázquez Mota en una situación favorable frente a muchos electores que advirtiendo este fenómeno radical de polarización comparado con el talante conciliador de la abanderada del PAN, ven la continuación del blanquiazul en el Gobierno Federal, como una vía gradual lenta, pero segura, hacia el ansiado puerto de la democracia plena.

Contrasta la postura de la Vázquez Mota quien es la única que ofrece integrar un gobierno de coalición, con la de Peña Nieto, obsesionado no sólo en ganar, sino con obtener además mayoría absoluta en el Congreso, con la peregrina ocurrencia de gobernar en solitario, lo que desde luego no sería posible en ningún caso, con independencia del resultado de las elecciones, en un país plural como el que nos ofrece una inocultable realidad.

Por su parte López Obrador no convence con su discurso amoroso, también en contradicción con impugnaciones anticipadas a los resultados de la elección que intercala de vez en cuando, que amenazan con ofrecer una segunda edición del conflicto post electoral planteado en dos mil seis, que por cierto permanece inconcluso.

Los anteriores argumentos pueden estrellar frente a la capacidad de movilización del PRI y el voto del hambre alentado por el dispendio de recursos de los que dispone ese partido, venidos sólo Dios sabe de dónde. Sin embargo, no es posible imaginar a un solo coahuilense olvidando a la hora de votar, el endeudamiento en que ha sumido el PRI de Humberto y Rubén Moreira a la entidad, o a un solo empleado municipal de Torreón, dando su voto a los mismos que han saqueado su caja de pensiones.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 757813

elsiglo.mx