“El Piojo” y “El Turco” comparten pasajes inolvidables que, previo al choque del próximo viernes, revive el temperamental estratega azulcrema.
Ocurrentes, gitanos, sui géneris, así eran los integrantes de Toros Neza, donde coincidieron —hace poco más de 15 años— Miguel Herrera y Antonio Mohamed.
Hoy rivales como técnicos de América y Tijuana, respectivamente, “El Piojo” y “El Turco” comparten pasajes inolvidables que, previo al choque del próximo viernes, revive el temperamental estratega azulcrema.
“Era un equipo sui géneris, con extraordinaria relación. Hicimos cosas divertidas. Guardo gratos recuerdos de un grupo que vivió cosas diferentes”, rememora Herrera, enrolado en el club nezatlense de 1995 a 1999.
Subcampeón en el Verano 1997, el inolvidable equipo de Neza recurrió a múltiples ocurrencias. Desde pintarse todos el cabello hasta disfrazarse con máscaras de monstruos.
“Era un equipo gitano, que salía a matar o morir”, prosigue Miguel. “Fueron años extraordinarios. De pronto Pablo Larios, Memo Vázquez o Mohamed ponían ideas en la mesa. Hacíamos los trenecitos o hasta sentarnos todos juntos”, añade.
Cuando emplearon las famosas máscaras, “fue el único torneo en el que no estuve, pero salí rapado, pintado, lo de los sombreros fue porque nos los encontramos”, relata, satisfecho porque en ese entonces “el equipo se divertía en la cancha”.
Hoy, cada semana, Herrera se topa con un amigo. Lo hizo con Mario García, de Atlante; el Profe José Guadalupe Cruz, en Jaguares; y ahora será ante Mohamed.
La expulsión
Intranquilo, indignado, Miguel Herrera se engancha en una discusión estéril, nimia, con tal de justificar la expulsión que sufrió en la agonía del juego contra Jaguares de Chiapas, el domingo pasado en el Azteca.