El Papa Benedicto XVI recordó hoy a las víctimas de los sismos que en las últimas semanas han golpeado el norte de Italia, en un discurso pronunciado tras asistir a un concierto de música clásica en el teatro La Scala de Milán.
“Sobre este concierto, que debía ser una fiesta alegre en ocasión de este encuentro de personas provenientes de casi todas las naciones del mundo, se extiende la sombra del sismo que ha llevado gran sufrimiento a casi todas las personas en nuestro país”, dijo.
El Papa llegó a esa norteña ciudad italiana la tarde de este viernes para asistir, durante el fin de semana, a las actividades con motivo del VII Encuentro Mundial de las Familias, que convocó a varias decenas de miles de católicos.
En su discurso calificó a La Scala como un “templo de la ópera”, un punto de referencia musical y cultural no sólo para Milán y para Italia, sino para todo el mundo.
Por ello se mostró honrado por haber sido el primer Papa en asistir a un concierto en ese auditorio, donde el director argentino-israelí, Daniel Baremboin, le dedicó la Novena Sinfonía de Beethoven con el clásico “Himno a la alegría”.
Según Joseph Ratzinger, Beethoven dedicó su música a la alegría, a la fraterna convivencia de los pueblos, de la victoria sobre el egoísmo, y del deseo que el camino de la humanidad esté marcado por el amor, casi una invitación que dirige a todos más allá de toda barrera y convicción.
Pero consideró que las palabras del “Himno a la alegría” suenan como vacías y, aún más, parecen no ser verdaderas ante la devastación provocada por los sismos.
“No sentimos las chispas divinas, no estamos ebrios de fuego sino, más bien paralizados por el dolor por tanta e incomprensible destrucción que ha costado vidas humanas, que ha quitado casa a tantos”, sostuvo.
Reconoció que esos desastres naturales, el último de ellos registrado el martes pasado y que dejó 17 muertos, hacen dudar de que exista Dios como “padre bueno” en el cielo.
“¿El buen padre está sobre el cielo estrellado? ¿Su bondad no llega hasta nosotros? Nosotros buscamos un Dios que no gobierne a distancia, sino que entre en nuestra vida y en nuestro sufrimiento”, apuntó.
