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Reforma laboral; tercera caída

En tres patadas

DIEGO PETERSEN FARAH

 C Uando oímos al senador Arturo Zamora decir en la tribuna de la Cámara alta que el PRI estaba comprometido con la transparencia y por lo tanto la bancada tricolor votaría a favor de la democracia y la rendición de cuentas en los sindicatos, había de dos sopas: o el PRI estaba entrando en un verdadero conflicto interno o, sabiendo que perderían la votación, jugaron para la tribuna con la claridad de que en el regreso a la Cámara de diputados volverían a tener control. Es probable que haya algo de las dos cosas.

El gobierno de Peña Nieto pinta demasiado parecido al de Carlos Salinas. Una de las coincidencias es la marcada división entre el grupo modernizador de visión claramente neolibreral, representado por Luis Videgaray, y otro bando, el de los rudos, los políticos de cepa, básicamente gobernadores y exgobernadores, con una visión mucho más patrimonial del poder y un control regional o sectorial, encabezado por Miguel Ángel Osorio Chong. Peña, al igual que Salinas, requirió de ambos para llegar al poder y necesitará de ambos para gobernar, pero la convivencia no es ni será sencilla. El sexenio de Salinas, muy exitoso en términos de los resultados de gobierno (podemos o no estar de acuerdo con sus planteamientos, pero ese es otro tema) terminó fatal por este enfrentamiento no resuelto al interior del partido.

Más allá de la votación perdida, el mensaje que mandaron los senadores del PRI fue claramente que no están de acuerdo con la línea de los rudos. Pudieron haber votado en contra para sostener la decisión de sus compañeros diputados; no lo hicieron. Pudieron haberse abstenido, con lo cual la votación habría sido igual por unanimidad, pero tampoco lo hicieron; pudieron haber votado a favor, pero sin ese discurso que puso a los diputado priistas contra las cuerdas, sin embargo, optaron por hacerse notar y marcar la diferencia con los diputados. En esta esquina Emilio Gamboa y Luis Videgaray; en esta otra Manlio Fabio Beltrones y Miguel Ángel Osorio.

El PRI tiene el control de la comisión de trabajo y al regresar la iniciativa de una Cámara a otra ya no es considerada preferente. El compromiso de ambas cámaras era dictaminarla cada una en un mes y eso ya sucedió. Llegamos a la tercera caída, y como bien lo dice el locutor, es sin límite de tiempo.

Lo más seguro es que, de regreso en la Cámara baja, la reforma laboral vaya a pasar por una proceso largo de maduración y reposo. Será una tercera caída larga y trabada de pronóstico reservado.

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