Entre las reacciones derivadas de los resultados del pasado proceso para elegir Presidente de la República y renovar el Congreso de la Unión, se encuentra la del presidente Calderón, en la que invita a refundar el Partido Acción Nacional, ante la posibilidad de su eventual fragmentación y desaparición.
Calderón Hinojosa apoya su declaración, en el hecho de que en otros países del orbe entre los que cita a Venezuela, los partidos social cristianos han retrocedido ante los avances de la izquierda estatista y populista, o de una falsa derecha vinculada a los sistemas financieros internacionales, que promueven el neoliberalismo a nivel mundial.
En el caso el regreso del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República, augura la transformación del antiguo régimen nacional revolucionario, en un sistema de capitalismo de estado, basado en una alianza entre los monopolios estatales energéticos (electricidad y petróleo) y los grandes oligopolios privados que controlan las telecomunicaciones (telmex, televisoras, etc.) y por ende los medios de comunicación.
El control de los elementos referidos reforzará la pesada losa sobre las espaldas de la economía del país, cuyo mayor costo se descarga sobre las clases medias, vulnerando al libre mercado, sofocando a la pequeña y mediana empresa y como consecuencia, poniendo un freno a la generación de empleo.
En el sistema referido en el que se cita como ejemplo el caso de Brasil, el concepto de ciudadano como sujeto de la política desaparece, y es sustituido por el consumidor en un mercado que es objeto a regular mediante el ejercicio del poder desde la cúpula, para abrir paso a una democracia desvirtuada sobre la base de la manipulación a través de los medios de comunicación, la coptación mediante corporaciones sindicales orgánicas al régimen y finalmente, por medio de la compra del voto dirigida a las masas empobrecidas. Los cimientos de ese viejo sistema renovado, ya están puestos.
Sin embargo, está en manos de nosotros los mexicanos el impedir que tan negros presagios se cumplan, mediante la participación ciudadana, orientada al fortalecimiento de las libertades, la transparencia de los gobiernos y la rendición de cuentas.
En tal sentido hay mucho por hacer desde fuera y desde dentro de los partidos de oposición, y en particular el PAN tiene un camino claro a transitar, que no requiere de ninguna refundación. Lo anterior porque el PAN ya existe, es precedido por una larga trayectoria de lucha democrática y está construido sobre una plataforma basada en el bien común de la sociedad como objetivo, bajo los principios de solidaridad y subsidiariedad.
El deterioro actual que ha llevado al PAN a perder las últimas elecciones, deriva del enquistamiento de una burocracia partidista que acapara y consume la mayor parte de los recursos y se reparte a placer las posiciones plurinominales al Congreso de la Unión. Para los beneficiarios de este sistema que les ha permitido pasar del Senado a la Cámara de Diputados y viceversa en varias ocasiones, sin haber ganado nunca una elección, el ganar o perder las elecciones no importa.
La solución para los panistas se reduce a sacudirse esa burocracia, repasar su plataforma ideológica y volver a levantar las banderas ciudadanas, abandonadas por el sueño en los laureles.
Sean cuales fueren los planes de Felipe Calderón al respecto, su influencia será como la de cualquier otro panista, porque si durante su tiempo de Presidente de la República, el panismo fue reacio a aceptar su intervención, con mayor razón lo será en el momento actual.