El principal uso del aceite de emú es como hidratante cutáneo y cicatrizante, ya que estimula la formación de células nuevas y elimina las sustancias muertas que impiden la penetración de los productos hidratantes en la piel. INTERNET
El emú es un ave casi tan grande como el avestruz que vive en las llanuras de Australia y que presenta un plumaje de color grisáceo. Aunque fueron muy comunes en el país, la colonización provocó que su población pronto se viera diezmada y que, actualmente, queden muy pocos ejemplares, una justificación para que el aceite que se extrae de su carne y de su organismo sea tan apreciado y su precio, tan elevado -una botella de 30 mililitros de aceite puro puede alcanzar en el mercado un precio de 7,000 dólares.
Los aborígenes australianos han cazado desde tiempos remotos este animal con diversos fines: su carne, para ser utilizada como alimento; su plumaje, como abrigo y su grasa, para regenerar y cicatrizar la piel, una propiedad dermatológica que ha sido constatada por los científicos y las casas cosméticas, que han comenzado a introducir en el mercado occidental cremas y lociones con aceite graso del animal.
Ese aceite se obtiene de la grasa que el emú produce durante el verano para poder resistir las temperaturas invernales, un producto que hay que separar de la carne a la hora de descuartizarlo y que, más tarde, se procesa para convertirlo en ácido oleico. Un producto insoluble en agua, incoloro y que se enrancia al entrar en contacto con el aire, por lo que su proceso de elaboración es muy complejo.
El principal uso del aceite de emú es como hidratante cutáneo y cicatrizante, ya que estimula la formación de células nuevas y elimina las sustancias muertas que impiden la penetración de los productos hidratantes en la piel. Del mismo modo, es un aceite con propiedades antiinflamatorias, una bondad más que añadir a las ya existentes y que podría ser útil -actualmente está bajo investigación médica - en tratamientos como la psoriasis o la dermatitis.
No obstante, aquí no acaba la lista de todas las propiedades de este líquido, pues como ya sucede con otros aceites como el de rosa mosqueta o el de argán, es un buen tónico capilar contra la sequedad, la aparición de eccemas e incluso la alopecia.
Pese a que la elasticidad y la tersura que aporta el aceite no tiene un efecto instantáneo, sí lo tiene su absorción. De hecho, es uno de los aceites que más rápidamente se absorben. En este sentido, si al aplicarlo, la piel queda repleta de manchas o resbaladiza, significa que hay un exceso de producto. En este caso, lo ideal es retirarlo con una gasa o un trocito de algodón.