Han vuelto a clases más de 27.5 millones de niños y jóvenes de educación preescolar, primaria y secundaria. A esto hay que sumar los estudiantes de bachillerato y educación superior, algunos de los cuales han vuelto a sus instituciones en las últimas semanas. Una de las labores más importantes del Estado, y de cualquier país, está nuevamente en marcha a todo vapor.
El sistema educativo mexicano se ha ampliado de manera importante en las últimas décadas. Ya hay cobertura casi universal en educación básica, aun cuando persisten problemas importantes en media superior y universitaria. El problema de la calidad, sin embargo, sigue sin resolverse. Los alumnos mexicanos no están aprendiendo conocimientos fundamentales de ciencias, matemáticas o uso del lenguaje a su paso por las aulas. Un graduado de secundaria difícilmente puede hacer operaciones aritméticas básicas o escribir una carta comercial.
Ha habido esfuerzos significativos por mejorar el nivel de la instrucción en nuestro país. La Alianza por la Calidad de la Educación (ACE) es un intento valioso por mejorar algunas prácticas. Ha introducido sistemas de evaluación que antes no existían. La herencia de plazas de maestros, antes generalizada, ha sido supuestamente erradicada, por lo menos para plazas nuevas; aunque se ha permitido a los maestros que así las adquirieron con anterioridad permanecer en las plantillas magisteriales.
La educación no es una condición suficiente para arrancar a un país de la pobreza. Como lo ha señalado William R. Easterly en su libro The Elusive Quest for Growth, muchos países subdesarrollados han ampliado sus servicios de instrucción desde los años sesenta sin que ello haya significado un avance en su situación económica o social. México ha tenido una expansión importante en su cobertura educativa, pero desde los años ochenta se mantiene en un virtual estancamiento económico.
La educación, no obstante, sí parece ser una condición necesaria para el desarrollo. Todos los países que han logrado dar saltos económicos importantes, Inglaterra, Alemania o los Estados Unidos en el siglo XIX, Japón, Corea del sur, Irlanda, España y Chile en el XX, han acompañado su crecimiento con mejoras significativas en sus sistemas educativos. Ahora que China está creciendo fuertemente, aunque después de haber salido de niveles muy bajos, hay indicaciones de que su sistema educativo está mejorando de manera muy importante. Por lo pronto la primera participación de una ciudad china, Shanghai, en la prueba de PISA de la OCDE en 2010 la llevó al primer lugar de todos los participantes.
Mejorar la calidad de la educación en México no es fácil. No es algo que se pueda lograr con una varita mágica que súbitamente modifique las reglas del sistema. Muchos de los maestros simplemente no tienen la preparación para dar clases. Otros sí la tienen, pero se ven ahogados por un sistema construido para promover el cumplimiento de metas burocráticas en lugar de para mejorar la educación.
Para que el sistema prospere necesita competencia. Alumnos, escuelas y sistemas educativos estatales deben competir entre sí. La transparencia en resultados, que permita a los padres de familia saber el verdadero nivel de sus escuelas, y la posibilidad de buscar los mejores centros de instrucción son indispensables. Eliminar el control del sindicato sobre las plazas es también un paso necesario.
Por lo pronto millones de niños han regresado con alegría a las escuelas. Éstas no sólo cumplen el propósito de educar sino el de socializar a los niños. Millones encuentran en las escuelas a los amigos más cercanos de toda su vida. Para eso también es importante la escuela.
VACACIONES
Las vacaciones "largas" en México duran seis semanas. En Estados Unidos, Canadá y Europa occidental, tres meses. No parece haber relación entre la brevedad de las vacaciones y la calidad de la educación.
Twitter: @sergiosarmient4
