La Comisión Nacional de Elecciones del PAN anuló el proceso de selección de candidatos al Senado llevado a cabo el pasado 19 de febrero en Chihuahua; lo hizo con base en nuestro recurso de inconformidad. De acuerdo con algunos de los que conocen la materia electoral y los medios de impugnación, se trata del expediente más robusto y mejor documentado que se presentó entre los casos denunciados ante la Comisión.
En nuestro escrito de impugnación acreditamos diversas irregularidades, casi todas de manufactura priista: acarreos masivos de votantes, una movilización inaudita que traficó abierta y descaradamente con la pobreza de miles de personas a las que se les ofreció una despensa a cambio de su voto. Esa operación, lo acredité absolutamente, echó mano de seccionales del PRI. En estas condiciones no había otra acción posible que lo que resolvió la CNE.
La anulación es un acto de justicia a nuestro caso, entraña un gran mensaje del Partido Acción Nacional, pues acredita públicamente un deslinde con esas prácticas indebidas y sanciona las ambiciones desmedidas que han arriesgado innecesariamente la imagen de nuestra institución, a la que tanto queremos, porque tanto ha dado a México y tanto nos ha costado.
Esta decisión reivindica los principios y los valores de la lucha histórica del PAN por darnos procesos democráticos y elecciones libres; es un refrendo a la cultura de la legalidad en la que nos hemos empeñado, y es un triunfo de las voces múltiples que con todo valor y determinación se manifestaron en contra de ese proceso desaseado.
En más de un sentido, y sobre todo por el complicado momento que vivimos, la anulación del proceso panista en Chihuahua es una esperanza para todo el panismo del país, pues por un lado reafirma la institucionalidad democrática de Acción Nacional, la eficacia de sus cauces internos para quien quiera usarlos y coloca un antecedente fundamental para el correcto desarrollo, el debido cuidado y limpieza con que deben realizarse los futuros procesos eleccionarios internos. El antecedente debe ser claro y no debemos regatearle su significado en términos de la opinión pública: quien coloque en el acarreo y la compra del voto su estrategia para ganar una elección, no debe tener éxito en el partido.
Para el panismo de Chihuahua es una reivindicación de su exigencia de limpieza y respeto a su auténtica voluntad de elegir en libertad a sus candidatos y no permitir que el PRI los ponga a su comodidad; esa voluntad que fue brutalmente distorsionada por el acarreo masivo, la compra y coacción del voto, así como por la estrategia fraudulenta de cambiar a última hora la ubicación de decenas de casillas en Chihuahua y Ciudad Juárez.
Para los jóvenes de Chihuahua, y de todo México, es un mensaje de aliento, sobre todo para aquellos que han perdido la esperanza en el triunfo de las causas justas, que ya no confían en que rinda frutos el trabajo basado en la constancia, en los principios y valores; al final de la jornada prevalece la verdad, la razón y se hace justicia.
El penoso episodio electoral chihuahuense, junto a otros casos que se han denunciado en otras latitudes del país, urge a Acción Nacional a entrar en una profunda reflexión no sólo sobre el diseño institucional de sus procesos eleccionarios, claramente agotado, sino sobre todo en términos del evidente deterioro ético y moral que permite este tipo de conductas en no pocos actores políticos, y la impunidad que los prohíja. El presidente Felipe Calderón ha dicho que la impunidad carcome las condiciones de desarrollo integral del ser humano. "Porque la impunidad es el estímulo más poderoso, el incentivo más destructivo e interminable, que hace que el delincuente, que observa que se puede delinquir, sin que al final pase nada,vuelva a cometer acciones delictivas y las multiplique". En este sentido la decisión de anular ataja esa cultura de impunidad que tanto daño ha hecho a todo el sistema de partidos de nuestro país.
Estoy convencido de que el partido también envía un mensaje a la comunidad a través de mi postulación, de que se resarce a los que competimos de manera limpia. Les aseguro que, fuera de la inventiva o la calumnia, nadie podrá recriminarme que actué mal durante la precampaña: jugué limpio y me apegué a las reglas y a la convocatoria. De lo único que me han acusado mis competidores internos es de haber acudido a los medios de comunicación para denunciar lo que miles de chihuahuenses vieron con sus propios ojos.
Digo con toda claridad que si no fuera por el insultante acarreo de mis competidores, ninguno de los dos hubiera obtenido la libre votación que obtuvo, e incluso, yo hubiera obtenido muchos más votos en Juárez, pero el acarreo impidió y desanimó a muchos votantes de buena fe. Y hay un dato que he compartido con el CEN como criterio orientador de su decisión: entre la militancia quedé en primer lugar, pues gané la mayoría de los centros de votación que se instalaron en los comités municipales del PAN, ahí donde sólo podían votar los miembros activos del partido, y donde obviamente no se podía dar el acarreo, esos municipios representan 80 por ciento del padrón.
Estoy listo para dar una campaña vigorosa, propositiva, llena de ideas y soluciones a los graves problemas que enfrenta Chihuahua y nuestro país; puedo darle el debate con toda fuerza y sin ningún titubeo a nuestros adversarios, sin vergüenza alguna, y tengan la seguridad de que pondré mi mayor desempeño como parlamentario formado en las filas de Acción Nacional, para quien siempre ha sido mi única, pero incondicional lealtad.
Quiero, desde este espacio, agradecer a todos los que durante esta larga y ardua jornada han estado con nosotros, han mantenido una fe inquebrantable en nuestra causa de dignificación y reivindicación de Acción Nacional. De manera especial, a los intelectuales que apoyaron abierta y públicamente mi exigencia de nulidad del proceso y respaldaron mi candidatura, entre los que se encuentran varias de las plumas más prestigiadas.