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Restañar heridas

OPINIÓN

Restañar heridas

Restañar heridas

Sergio Sarmiento

En los países realmente democráticos las campañas electorales son tiempos de lucha y cuestionamientos, de voces airadas y de defensa de posiciones políticas. Después de la elección, sin embargo, hay siempre un intento por limar asperezas, por restañar heridas, y lograr acuerdos para construir un mejor futuro.

En México, lamentablemente, las cosas son diferentes. Las heridas nunca cicatrizan. Las diferencias de las campañas se mantienen en los tiempos postelectorales. Las descalificaciones subsisten y los acuerdos no llegan. Por lo menos así han sido las cosas en todas las elecciones de las que tengo memoria.

En los tiempos en que el PRI era el partido hegemónico eso no importaba. Era tan grande el poder del presidente que podía forzar al Congreso, a los tribunales y a todas las instituciones a apoyar sus iniciativas.

El establecimiento de una democracia a partir de los años noventa, sin embargo, cambió las reglas del juego. Por una parte hemos tenido una verdadera lucha por el poder, lo cual es positivo, pero por la otra se han creado diferencias que nunca se zanjan y que han impedido que el país realice las reformas estructurales que habrían generado un mayor crecimiento de la economía.

Desde las elecciones de 1997 el presidente de la república no ha contado con una mayoría absoluta de su partido en el Congreso de la Unión. Una de las consecuencias ha sido la falta de acuerdos para la realización de reformas de fondo.

En este 2012 hemos vivido una nueva campaña electoral. Los resultados están ya disponibles y los distintos candidatos y partidos políticos están en el proceso de celebrar sus triunfos y cuestionar sus derrotas. Debido a la judicialización del sistema electoral mexicano, tendremos que esperar a que se agoten todos los procesos de queja ante el IFE, los institutos electorales locales y los tribunales antes de conocer con certeza el panorama político que quedará en el país.

El siguiente capítulo, sin embargo, será mucho más importante. Los políticos mexicanos ya han aprendido a gritar y pegarse de sombrerazos como se hace en campañas en otros países. Les falta la madurez todavía para pasar al siguiente paso: el de dejar atrás los agravios, reconocer las derrotas y empezar a trabajar en legislación que ayude a construir un mejor país.

La política, que tan mala fama tiene entre la población en general, es una actividad indispensable. Los ciudadanos tenemos con frecuencia muchas diferencias. Necesitamos algún tipo de mecanismo para tomar decisiones, para definir acciones conjuntas y para elegir a quienes tendrán la responsabilidad de gobernarnos. La democracia parece ser la mejor forma de lograrlo.

Pero de poco nos sirve tener un sistema político democrático si no cumple con su función básica, que es permitir la toma de decisiones para beneficio de la comunidad. El gran reto del proceso electoral de este 2012 no era elegir a un presidente y a diputados y senadores sino saber si ahora podremos tener, después de una década y media de parálisis, un gobierno que realmente pueda gobernar e impulsar al país hacia delante.

Twitter: @ SergioSarmient4

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