Muchos mexicanos estamos atentos a los pasos que el PAN está tomando para responder a la difícil coyuntura que le arrojaron las elecciones presidenciales. Como es sabido, hay una toma de conciencia en prácticamente todos sus miembros para retomar el camino. Desgraciadamente, una vez más, los medios se han enfocado a los aspectos más noticiosos de esta reflexión interna. En muchos casos la han interpretado como una debacle de la que difícilmente se saldría. Hasta se ha mencionado que generará un nuevo cisma como el de hace años, más aún; hasta hablan de una posible creación de un nuevo partido.
La realidad es otra. Las mentes más experimentadas del panismo están activamente buscando cómo construir nuevos instrumentos internos que eliminen los elementos negativos que desviaron al PAN de su verdadera misión política y que hizo perder en muchos la confianza en su liderazgo como el factor indispensable para la democratización del país.
No se trata sólo de introspección filosófica o de simple autocrítica. Todos los panistas sinceros buscamos ajustar reglamentos y prácticas de manera de asegurar que el PAN no sea otra vez vehículo para intereses personales de los que vieron en el partido en el poder el conducto para su provecho personal político e incluso económico.
México requiere un partido que plantee una visión humanista, es decir, que sitúe al individuo como centro del desarrollo nacional oponiéndose a las visiones que colocan al Estado por encima de todo, o bien al progreso monetario y material como objeto exclusivo de la acción pública. El PAN a lo largo de su historia ha proclamado la atención prioritaria del individuo, el principio de la subsidiaridad como concepto que organiza al poder y frena sus abusos y, desde luego, la responsabilidad social de los factores de la producción.
La gestión de este partido durante la administración de Calderón nunca se apartó de estos objetivos y sorteando las actuaciones de un pragmatismo electoral cortoplacista insistió siempre en presentar e impulsar reformas a las estructuras socioeconómicas que el país requiere urgentemente para avanzar.
La firma del Presidente promulgando las reformas políticas que se dio esta semana y que habiendo sido propuestas por el PAN desde hace mucho, encontraron una resistencia en los otros partidos por simples razones de intereses electorales, abre en buena medida los cauces para una mejor vida democrática cuya promoción es precisamente la razón de ser que dio origen en 1939 al propio PAN. Algunos elementos esta reforma política, sin embargo, entrarán en vigor hasta 2018, a fin de no hacerlos operativos durante la gestión de Peña Nieto, quien precisamente se opuso a ellos. De igual manera, irán aprobándose, ahora sí, otras reformas propuestas por el PAN que responden a las necesidades del país.
La actividad del PAN dentro de la configuración legislativa que se inaugurará el 1° de septiembre requerirá una gran concisión que asegure que los inevitables acuerdos parlamentarios que tendrá que aprobar con los otros dos principales partidos, no sean interpretados como alianzas incongruentes con su propio ideario humanista. Los acuerdos interpartidarios de los que tendrán que echar mano frecuentemente todos los partidos, no deben significar una nueva etapa de "concertacesiones" incomprensibles para la opinión pública. De no cuidarse este aspecto nuevamente veremos las andanadas de las críticas más ácidas por parte de los medios.
Por estas razones, es urgente revigorizar la definición y la aplicación del ideario del PAN, mismo que debe descartar desde ahora todo aquello que ha venido contaminando su operación. De eso, precisamente, se tratan los esfuerzos y el proceso de decantación actualmente en curso.
Vale decir, pues, que el PRI no debe mostrar condescendencia hacia el proceso de depuración del PAN que emergerá de un serio y difícil proceso interno. El sistema político mexicano requiere que el PAN realice pronto dicho proceso para asegurar la calidad y la altura del debate parlamentario para perfilar leyes que respondan a la voluntad popular.
En cuanto al PRD, sólo hay que esperar que sea capaz de coordinar sus fracciones, corrientes y tribus mediante un sistema semejante al que ahora realiza el PAN de manera que de su actual confusión pueda integrarse una plataforma coherente de la que hoy en día carece.
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