Ahora que Enrique Peña Nieto fue nombrado presidente electo de México, su objetivo debe estar fijo en tres temas primordiales: empleo, pobreza y seguridad. Las cifras no son alentadoras en ninguno de los tres temas.
En el primero de ellos, de acuerdo a las cifras más recientes de Eduardo Sojo, presidente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el nivel de desempleo en México continúa con niveles altos desde la crisis de 2007 y se sitúa más allá de un 6 por ciento.
Desde hace años las cifras de la pobreza no bajan lo suficiente y hoy sabemos que más del 50 por ciento de los mexicanos vive en esa condición, cifra que corrobora el secretario de Desarrollo Social, Félix Guerra, quien al comparecer ante el Senado en el marco de la glosa del informe de Felipe Calderón, dijo que en la administración federal se ha construido “la red de protección social más grande en la historia de México”, con casi 50 millones de beneficiarios de diversos programas sociales, número que tiene entre sus datos la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y por los cuales admite que México es la nación con mayor desigualdad entre los países que integran la organización.
En seguridad el aumento de homicidios, robos, extorsiones, secuestros y demás delitos siguen al alza. El número de cada uno de estos delitos varía de acuerdo al conteo de cada dependencia, pero la mayoría ubica la cifra de muertos por la lucha antinarco en más de 50 mil, en el sexenio que está por terminar. Y para afianzar la cruda realidad, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), advierte que la violencia cobra la vida de 50 mexicanos cada 24 horas, y los asesinatos relacionados con el tráfico de drogas han “aumentado drásticamente”.
Para combatir la pobreza, Peña Nieto en una visita a Chile, admitió que su Gobierno aplicará en México el plan antipobreza que usa el presidente chileno Sebastián Piñera, que ha dado mejores resultados que los aplicados aquí.
Además, para combatir el crimen organizado ha propuesto la colaboración del general colombiano Óscar Naranjo como su asesor en seguridad. Naranjo fue clave en la lucha contra los cárteles de Medellín, Cali y Norte del Valle, las más grandes mafias de la cocaína en el mundo y contribuyó a la captura de sus capos.
En cuanto a la generación de empleo, Peña Nieto debe tener mucho más que buenas intenciones, ya que según datos del Inegi en México, un comerciante ambulante gana más que un guardia de protección o un operador de maquinaria, por lo que mientras este tipo de trabajador informal obtiene 28.26 pesos por hora, los servicios de protección y vigilancia y fuerzas armadas, pagan 22.73, y los operadores de maquinaria fija y equipos en el proceso de fabricación industrial, 21.34 pesos.
Los retos son muchos, las promesas también. Las cifras no son alentadoras. Y la realidad de México en estos ámbitos cada vez es más triste y abrumadora. ¿Será que con la ayuda de programas y asesores de otros países Peña Nieto podrá con los problemas que ningún presidente ha podido vencer?