El Fondo de Cultura Económica da a conocer una serie de documentos del famoso escritor. (FOTOGRAFÍAS DE ARCHIVO Y AGENCIA REFORMA)
"¡HELP! ¡AU SECOURS! S.O.S!" escribe Carlos Fuentes desde París en agosto de 1961. El destinatario de su pedido de auxilio, redactado a mano, es Joaquín Diez-Canedo, y obedece a que se quedó casi sin dinero para completar su viaje por Europa.
"Sólo puedo continuar el viaje a las regiones de los Hermanos Marx vía la munificencia que esa augusta institución - tres veces H.- muestre hacia el sufrido autor de 'Las buenas conciencias'. In other words ¿podría contar con lo que me corresponde por la reedición en la Popular?", pide el joven novelista.
La respuesta del gerente general de Fondo de Cultura Económica (FCE) llega 20 días después, aunque la casa atraviesa por una crisis similar, le dice Diez-Canedo, pagarán sus regalías por los primeros 10 mil ejemplares de la segunda edición de Las buenas conciencias en la colección Popular.
Le informa además que si las circunstancias siguen mostrándose adversas, el director Arnaldo Orfila "es capaz de afrontar personalmente el envío". El respaldo al joven novelista es total.
Como lo fue la lealtad de Fuentes hacia Orfila cuando se vio forzado a dejar el Fondo en 1965. Desde Milán, Fuentes escribe a Salvador Azuela pidiéndole que las regalías de sus tres novelas publicadas (La región más transparente, Las buenas conciencias y La muerte de Artemio Cruz) sean pagadas al editor argentino.
"Como mi contribución personal al éxito de una empresa que reúne a los mejores intelectuales de mi país, así como un acto de solidaridad con la extraordinaria obra realizada por el Dr. Orfila a lo largo de diecisiete años en el Fondo de Cultura Económica", escribe el autor.
La respuesta de la editorial es negativa y Fuentes, se convertirá en un asesor cercano de Orfila en la naciente Siglo XXI Editores.
La correspondencia del escritor con los sucesivos directores del FCE a lo largo de medio siglo sale a la luz en La Gaceta, que en su número de julio publica "Los papeles de Fuentes (en el archivo histórico del Fondo)" de Rafael Vargas.
En el artículo se desmenuza la relación del escritor con la editorial desde la aparición de su primera novela La región más transparente (1958), que supuso un fenómeno editorial, y la manera en que contribuyó a su consolidación.
Vargas aporta un dato: las ventas de las tres primeras novelas de Fuentes con el Fondo crecen tanto de 1965 a 1970 que le reportan regalías semestrales por más de 25 mil pesos (equivalentes al costo de un Volkswagen nuevo).
"Y no eran las únicas regalías que tenía para entonces, en esos años tiene libros repartidos en el FCE, Siglo XXI y Joaquín Mortiz", acota Vargas.
Fuentes no sólo es uno de los autores más apreciados del Fondo sino también un colaborador que se preocupa por sugerir la traducción de autores extranjeros y por promover a escritores mexicanos en otras lenguas.
Desde Praga, por ejemplo, remite una carta a Orfila, en julio de 1961, pidiéndole el envío de ejemplares de varias obras publicadas por el Fondo para ser traducidas al checo: El llano en llamas y Pedro Páramo de Juan Rulfo, Balún Canán de Rosario Castellanos, Libertad bajo palabra de Octavio Paz, Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes...
"Si hoy lo vemos como la gran figura literaria mexicana en el resto del mundo es el fruto de su esfuerzo constante", opina Tomás Granados, director de La Gaceta.
El escritor es invitado como jurado del primer Concurso Hispanoamericano de Primera Novela al que convocó el FCE en 1974; el acercamiento con el escritor en esos años, tras su alejamiento temporal, es obra del poeta Jaime García Terrés, amigo de Fuentes, quien ingresa al fondo como asesor.
Como escribe Vargas, Fuentes no sólo acepta sino que colabora en la integración del jurado del premio.
En la carta notifica desde Washington en marzo de 1974, que Julio Cortazar no aceptó asistir al evento, pero que en caso de que cambiara de opinión, él se los haría saber en un comunicado.
Fuentes publicó con el Fondo 15 libros y aceptó que editara en 12 tomos su obra reunida.
"Los escritores somos (o debemos ser) como las putas: hay que trabajar siempre en el mismo burdel, si no ¿dónde te buscan los clientes?", le escribe a José Luis Martínez en junio de 1978.
Un lector Presidente
El presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) escribe a Carlos Fuentes desde su natal Jiquilpan de Juárez en Michoacán para agradecerle el envío de su más reciente novela La muerte de Artemio Cruz.
En la carta, fechada el 1 de marzo de 1963, Cárdenas elogia sus cualidades como escritor y atribuye la fuerza de sus novelas a su "intención revolucionaria", unida a la "fina sensibilidad de un intelectual estrechamente ligado a la vida de su pueblo y a la inquietud del joven escritor que busca una nueva y vigorosa técnica literaria".
Cárdenas le comenta sus impresiones sobre el artículo publicado por Fuentes en el Monthly Review sobre las razones de América Latina para "repudiar el imperialismo norteamericano".
"Cuba sigue debatiéndose contra sus enemigos y necesita urgentemente de las más variadas formas de solidaridad".