Carlos DeLuna fue condenado a la pena de muerte tras ser culpado por asesinato; sin embargo investigaciones demostraron que era inocente. CORTESÍA CONTEXTO.COM.AR
El asesinato de Wanda López, una madre soltera hispana apuñalada con un cuchillo mientras trabajaba en una gasolinera de Corpus Christi, en Texas, el 4 de febrero del año 1983, movilizó a las agencias policíacas que dieron con el presunto autor del crimen en menos de una hora, poniéndolo a disposición de las autoridades y condenándolo a la pena de muerte. Sin embargo, investigadores han demostrado veintinueve años después que se trataba del hombre equivocado.
En una llamada que pudo hacer al servicio de emergencias antes de morir, López aseguró a los policías que el autor del crimen era un mexicano y describió los rasgos que permitieron tener un perfil sobre el asesino.
Carlos DeLuna fue arrestado como autor del crimen, sin embargo declaró su inocencia y sostuvo que el hombre a quien buscaban era su ‘tocayo’, un amigo suyo llamado Carlos Hernández, a quien conocía desde hace cinco años, con quien compartía un gran parecido físico y con quien había estado esa noche.
DeLuna estuvo bajo un proceso judicial seis años, que culminó con su ejecución.
El profesor James Liebman, de la Universidad de Columbia, inició junto a doce estudiantes un proceso de investigación sobre el caso de DeLuna. Tras años de investigación, se descubrió que éste era inocente y que había sido ejecutado por equivocación y confusión.
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