Detenerse a “echar” un característico taco de carnitas o chorizo, en las inmediaciones de La Bombonera, es la señal esperada por los revendedores.
Tan pronto como se ordena el manjar callejero, la marabunta de “comerciantes” ataca.
—¿Cuántos quieres? Tengo de todas las zonas, pero apúrale, porque se me van a acabar...
—Sí, güero. Hazle caso. Aquí todos quieren ver la undécima [estrella] de nuestro Toluquita.
Bombardeo verbal que proviene de dos frentes. Tan incesante como sincronizado. Simple preludio de las ráfagas que aparecen cuando se inicia la negociación.
Las pancartas con la leyenda “Boletos Agotados”, que lucen todas las puertas del estadio Nemesio Díez, resultan poderosos aliados de los revendedores. No hay un ápice de piedad. Es el precio que ellos quieren... O a buscar otro posible comprador.
—Los de sombra preferente cuestan dos mil [pesos]. Ahora, si quieres uno de palcos, esos valen tres mil...
El precio original de ambas localidades fue de 400 y mil pesos, respectivamente. Muy pocos estuvieron disponibles en taquillas.
A esa altura de la peculiar charla, el suculento taco ya se enfrió...