Aunque muchos necesiten tomarlo poco después de abrir los ojos cada mañana, lo cierto es que el café puede aumentar el riesgo de glaucoma, o pérdida de visión, una enfermedad que afecta al 1% de la población mundial por encima de los 40 años y al 5% de la que tiene más de 65 años.
Un reciente estudio americano -publicado en el periódico Investigative Ophthalmology & Visual Science y que ha analizado a más de 120,000 individuos británicos y estadounidenses- señala que a diferencia de otras bebidas que contienen cafeína, como el té, la cola o el chocolate, unos componentes del café aumentan la presión en el globo ocular, lo que tiene un impacto negativo en la visión conocido como glaucoma por exfoliación. Esta presión se ejerce cuando determinadas partículas del café entran en contacto con el iris y la lente del ojo y obstruyen el sistema de drenaje del globo ocular.
Estos descubrimientos se unen a una investigación previa que señalaba que los países escandinavos son los que tienen más problemas de glaucoma, lo que ahora puede relacionarse con el hecho de que estos países son los mayores consumidores mundiales de café.
Por otro lado, algunos de los males ya conocidos que se asocian al consumo de café son un incremento de la falta de calcio -lo que aumenta el riesgo de la osteoporosis-, así como una mayor producción de adrenalina y noradrenalina, hormonas que se asocian al estrés.
Sin embargo, no todo en el café es negativo, y tal y como concluyó este año una publicación en el periódico New England Journal of Medicine, beber cuatro e incluso cinco tazas de café al día puede reducir el riesgo de padecer un infarto, cáncer de hígado, alzhéimer, piedras en el riñón, ataques de asma, parálisis o diabetes. Además de ello, la cafeína es un motivador moderado que estimula el sistema nervioso y que ayuda a asimilar las grasas, algo muy beneficioso para las personas que siguen alguna dieta, ya que tampoco contiene calorías ni causa celulitis.
Los pros y los contras del café remiten directamente a su origen, que muchos sitúan en Etiopía, donde una leyenda cuenta que un pastor advirtió un comportamiento extraño en sus cabras tras pastar en una colina con bayas rojas, con las que decidió preparar un brebaje para analizar sus propiedades. Cuando lo probó, sintió tal vigor que incluso le impedía dormir.
Al igual que le debió suceder al pastor etíope, es frecuente leer o escuchar que beber demasiado café puede causar nerviosismo, angustia e incluso fatiga en las personas más sensibles. Si la cantidad consumida aumenta, estos síntomas pueden convertirse en zumbidos de oído, taquicardia o delirio. Por lo tanto, aunque el consumo del café se ha extendido de manera irreversible y forma parte de la dieta de millones de personas, conocer cómo puede afectarnos puede ayudar a que cada uno elija tomar la dosis más adecuada de una bebida llena de riesgos y de virtudes.