El 24 de julio se publicó un artículo de Verónica Gascón en el periódico Reforma que señalaba que los profesionistas ganan hoy lo que los obreros en 1976. La nota citaba un estudio del Observatorio del Salario de la Universidad Iberoamericana de Puebla e incluía una entrevista con Miguel Reyes, el coordinador de la institución.
De acuerdo con este estudio, el salario promedio de un egresado de licenciatura de entre 22 y 30 años de edad es actualmente de 6,900 pesos mensuales. Los abogados reciben 3,473 pesos en promedio, los contadores 3,929, los administradores de empresas 5,653 y los arquitectos 8,628 pesos.
El mismo día otro artículo, de Ulises Díaz, señalaba que la maquila tiene bajos salarios. Citando datos del Inegi, el artículo apuntaba que en abril de este 2012 "el salario de los establecimientos maquiladores fue de 8,525 pesos en promedio, un incremento casi nulo si se compara con los 8,471 pesos del mismo mes de 2011". En el largo plazo es más claro el estancamiento del salario de las maquiladoras, añadía el artículo. "Entre 2008 y abril de 2012, el salario de la industria maquiladora apenas aumentó 0.06 por ciento en promedio anual, muy por debajo de la inflación de 4 por ciento anual del período."
Las dos notas ofrecen un panorama de la situación del mercado laboral y de los salarios en nuestro país. Es interesante que los sueldos de las maquiladoras se mantengan estancados, pero lo que más sorprende es que se encuentren significativamente por arriba -sí, arriba-- de los de los graduados universitarios.
Durante mucho tiempo un título universitario fue en nuestro país un pasaporte a la clase media. Hoy las cosas son distintas. Una licenciatura no garantiza la obtención de un empleo y mucho menos en el campo de estudio de un graduado. Ante la imposibilidad de obtener trabajo en algo relacionado con su especialidad, y frente a los bajos salarios que se ofrecen en los pocos puestos disponibles, algunos profesionales terminan manejando taxis o trabajando de vendedores, secretarias o recepcionistas.
Hoy un graduado universitario reciente gana menos que un trabajador de maquiladora. Esto es consecuencia de una política pública que durante mucho tiempo ha privilegiado la educación superior y que ha encauzado fuertes cantidades de dinero a las instituciones universitarias. En términos de las necesidades del país, México gasta mucho más en las universidades que en educación preescolar o básica. Un resultado ha sido disminuir la calidad de la instrucción que reciben los niños. Por otra parte se ha inundado el mercado con egresados universitarios, lo que ha deprimido los salarios profesionales.
Este verano decenas de miles de jóvenes han sido rechazados de las universidades públicas. Un movimiento de rechazados ha tomado forma, como todos los años, para exigir más lugares en estas instituciones. Pero la simple expansión de las plazas en las universidades no resuelve el problema de fondo. Si bien persiste el sueño de que una licenciatura es una garantía de una vida de prosperidad en el futuro, la saturación de la mayoría de los campos profesionales impide que el sueño se vuelva realidad.
Por lo pronto un joven tiene mejores posibilidades de empleo, y puede aspirar a un mejor salario, si se prepara para trabajar en una planta maquiladora que si insiste en obtener una licenciatura.
LA BANDA 2.5
Joaquín Vargas afirma que el secretario de Comunicaciones condicionó la renovación de las concesiones de la banda de 2.5 gigahercios a que la periodista Carmen Aristegui se disculpara públicamente de sus afirmaciones acerca del presunto alcoholismo del presidente Calderón. El secretario Pérez Jácome ha respondido que "al contrario, él (Vargas) amenazó que iba a decir eso, y se le dijo claramente que era mentira". Ni la acusación ni la respuesta son triviales.
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