La fiesta del futbol se repitió en La Laguna: el equipo Santos se coronó campeón derrotando al equipo Monterrey, de quienes nos dicen de tiempo atrás que somos enemigos deportivos; "clásico", le llaman los mercadólogos del deporte y nosotros hemos aceptado sus órdenes, así que al vencer a tan acérrimos rivales -antes ganó al Tigres, otro equipo neoleonés- nos sentimos felices, olvidando la inseguridad, el desempleo y la carestía de la canasta básica.
Aunque los siglos se consumen, no dejamos de ser los mismos humanos con deseos de triunfo, sentirnos bien con nosotros mismos, personas que podemos mantener "la frente en alto".
Nada nuevo bajo el sol, ya los gobernantes del antiguo Imperio Romano lo hacían, buscando aplacar, al menos un poco, la sed de justicia social y los sentimientos de rebeldía entre los ciudadanos que vivían la pobreza del período decadente.
Tácito, narra la muerte de cristianos, que eran lanzados al ruedo ante leones, osos y otros animales para divertir al pueblo; en otras ocasiones, según historiadores, eran capaces de inundar el ruedo y escenificar en él batallas navales que memoraban la grandeza del imperio.
De tales antecedentes, se le atribuye a Juvenal - siglo II d. C.- la frase: "Al pueblo: pan y circo", quien como poeta escribió: "… Hace ya mucho tiempo, de cuando no vendíamos nuestro voto a ningún hombre, hemos abandonado nuestros deberes; la gente que alguna vez llevó a cabo comando militar, alta oficina civil, legiones, todo ahora se limita a sí misma y ansiosamente espera por sólo dos cosas: pan y circo".
Es indudable que el equipo de la cervecera ha sido cosa buena para la Comarca Lagunera, de hecho, desde mucho tiempo atrás, las menciones que se hacen a nuestra región han sido en relación a nuestro mal vivir, pero el cuarto campeonato del Santos, generó la nota periodística que dio la vuelta al mundo y como el futbol es un fenómeno mundial, al menos han sabido algo positivo de nosotros.
El triunfo del equipo deportivo generó manifestaciones de alegría y felicidad; desde gritos y porras, hasta desfiles en nuestras ciudades y otras, como Zacatecas y Durango, que aún con su fama de inseguras, vieron prolongarse alegría y vigilia de aficionados que vagaban por las calles sonando bocinas de autos y gritando porras hasta cerca de las cuatro de la madrugada.
Estamos convencidos de que somos ganadores, aunque no hayamos anotado un gol, impedido otro o al menos estado presentes en el estadio; apoyamos con las "buenas vibras" y seguramente fueron sólo unos cuantos los que se mantuvieron al margen, quizá mirando en la televisión la competencia de infantes, ha quienes festejan sus "monerías" ensayadas y maliciosamente provocadas por los adultos productores.
Bien por el equipo Santos, que hizo un buen trabajo de jugadores, entrenadores, utileros y directivos durante toda la temporada, que a decir de su líder deportivo: "fue esfuerzo de ocho meses y no sólo de unos cuantos partidos de liguilla"; también felicitemos a la cervecera y demás patrocinadores, que nos dan calidad de espectáculo deportivo; gracias a ellos pasamos unas semanas de emociones, discusiones y hasta apuestas con los amigos; al final, los laguneros nos sentimos ganadores en algo y eso dio, al menos, un lapso de relax a nuestras ansiedades generadas por vivir en el surrealismo mexicano.
Desde luego que sirvió para que los políticos se mostraran en el aparador, con la esperanza que en algo pueda ayudar a su demeritada imagen pública; también generó ingresos importantes a las "otras" televisoras, que aprovecharon la ocasión para anunciar a sus clientes, por todos los medios posibles, aunque impidieran la libre visión de lo acontecido en la cancha.
Luego que la fiesta ya pasó, o al menos ha amainado suficientemente, les pido que reaccionemos y regresemos a la realidad del "esfuerzos de laguneros", porque nadie recibió descuento en sus "pagos chiquitos" o logró incremento de sueldo alguno y mucho menos impidió que el costo de la vida, incluyendo los combustibles, continúen aumentando.
Sigamos esforzándonos por tomar las mejores decisiones sobre nuestros ingresos y su aplicación para bien de los cercanos; continuemos enterándonos de las actividades públicas influyentes en nuestra calidad de vida; retomemos el compromiso de luchar por el cambio, comprometiéndonos con la comunidad, la familia y nosotros mismos y, entre otras cosas, pero no menos importante, sigamos analizando por quienes vamos a votar, porque nuestra elección, al momento de acudir a las urnas, será parte del resultado que habremos de vivir y/o padecer durante los próximos años.
Continuemos disfrutando del espectáculo deportivo, que al parecer tiene una buena estructura para seguir rindiendo frutos en la próxima temporada, sin olvidar la lección que nos dio Juvenal, siempre recordando su frase lapidaria: "Al pueblo: pan y circo".
No permitamos que nos confundan. ¿Acepta usted?
ydarwich.ual.mx