Con todo merecimiento, los Algodoneros de Guasave y Yaquis de Ciudad Obregón se clasificaron a la serie por el campeonato de la Liga Mexicana del Pacífico, dejando en el camino a Tomateros y Caballeros Águila, quienes fueron los mejores en el récord del rol regular. Se comprueba por enésima ocasión que en este juego lo importante es llegar con inspiración suficiente a la instancia definitiva, donde se pelea el campeonato.
El trauma fue grande para Culiacán, quienes tenían un trabuco monstruoso que pintaba desde ya para ganar la Serie del Caribe, y todo se derrumbó.
Quizá el factor mental le pegó demasiado al "Houston" Jiménez, timonel de los culichis, tenía demasiada presión, y el cese que experimentó en la liga de verano, donde los Pericos de Puebla le dieron las gracias de forma inverosímil, terminó por explotar Alfonso, y sus peloteros junto a él. Por cierto, a Pericos llegó el "matusalén" Julio Franco, quien tendrá su primera oportunidad de dirigir en México, donde brilló como jugador con los Tigres, capitalinos en aquel entonces.
El torreonense Alan Guerrero, surgido de la liga Sertoma, fue el ganador en el sexto juego de la serie entre Guasave y Culiacán, lo cual nos llena de gusto, ojalá en esta nueva oportunidad pueda alzarse campeón con sus Algodoneros, y verlo por segundo año consecutivo en la Serie del Caribe. Precisamente en ese juego se dio una situación muy particular que puso en el ojo del huracán a los umpires de la liga de la costa, que son prácticamente los mismos que cantan bollas y strikes durante el verano.
En una jugada de apreciación, dos umpires de la sexteta señalaron cosas diferentes, y obviamente provocaron un zafarrancho de dimes y diretes que ya incluso hicieron que el presidente de la liga, Omar Canizales, sintiera que la espada de Damocles está colgando sobre su cabeza. El béisbol tiene ya tecnología que ayuda, pero también cuenta con ese factor humano que lo hace tan único; y es de humanos también el corregir, ¿o no?
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