En días pasados nos bombardearon con la conmemoración del centenario del hundimiento del famosísimo buque "Titanic", que zarpó de Liverpool y tenía como destino New York, pero encontró un trágico final en las profundidades del océano, cuando sus creadores aseguraban que era "insumergible". Resulta que esa misma semana de 1912, sucedió un acontecimiento beisbolero en Boston, floreciente ciudad del Este de los Estados Unidos, que ya tenía un amor profundo por su equipo representativo: los Medias Rojas. Y ya nacía también un odio deportivo inmisericorde a los Yankees, domiciliados precisamente en New York.
El 20 de abril de 1912 abrió sus puertas el Fenway Park, estadio enclavado en el barrio de Fenway, y donde los Medias Rojas empezarían a forjar una historia de camaradería con su parque, su casa. Pronto encontrarían la gloria, coronándose en las Series Mundiales de ese mismo 1912, además de 1915, 1916 y 1918, gozando de lo lindo con los descomunales batazos y la magnética personalidad del ídolo en ciernes George Herman "Babe" Ruth. Fueron los tiempos de esplendor del Fenway, pero luego vino la "maldición del Bambino".
Ruth fue vendido a los Yankees del coronel Rupert por 127,000 dólares, que necesitaba el dueño de los Medias Rojas, Harry Frazee, para financiar uno de sus fallidos espectáculos de teatro musical. El "sultán del bateo" lanzó la maldición a Boston porque en principio no estuvo de acuerdo con su venta a los neoyorkinos, y afirmó que nunca volverían a ganar una Serie Mundial. Los Medias Rojas tuvieron que esperar 86 años para disfrutar otro gallardete, y deshacerse de esa "maldición", que, según los más supersticiosos, les trajo desgracias como el famoso error de Buckner en la Serie de 1986 contra los Mets.
El Fenway tiene fabulosas historias y sus instalaciones son personajes propios, como el "poste de Pesky", el "solitario asiento rojo" donde el zurdo Ted Williams (canonizado por la afición patirroja) puso su cuadrangular más largo, y por supuesto, el mítico "monstruo verde", pared de más de 11 metros de altura que hace las veces de barda del jardín izquierdo, y al que sólo batazos "titánicos" pueden superarle. Incluso la música es representativa en ese parque, ya que en la mitad de la séptima entrada se escucha en el sonido local el éxito "Sweet Caroline", interpretado por el cantante de la voz aterciopelada Neil Diamond.
El Fenway celebra sus 100 años con una serie ante los Yankees de New York, tal y como lo hicieron hace un siglo, aunque en aquel tiempo, los del Bronx tenían como nombre de batalla "Highlanders". Junto al Wrigley Field, de Chicago, el parque de Boston es un verdadero monumento a la tradición beisbolera. Serán incómodos y ya poco funcionales, seguro, no se puede negar la antigüedad de ambos, que data de 1912 y 1916, pero, personalmente, una meta de mi vida es disfrutar algunos juegos de pelota en esos 2 parques. Buen fin de semana, y recuerden disfrutar la vida hasta que caiga el out 27.
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