Mientras en México se ventilan los resultados electorales, en Estados Unidos la lucha por la Casa Blanca comienza a tomar color y temperatura al tiempo que las encuestas se cierran y muestran un empate técnico entre los dos principales contendientes.
Tanto Barack Obama como Mitt Romney esperan impacientes su designación oficial como candidatos presidenciales para lanzarse formalmente a sus respectivas campañas.
Obama recibirá luz verde en la convención del partido Demócrata que arrancará el 3 de septiembre en Charlotte, Carolina del Norte. En tanto los republicanos designarán candidato presidencial a Romney en su convención que inicia el 27 de agosto en Tampa Bay, Florida.
La economía será a todas luces el punto central de la decisión que tomarán los electores norteamericanos el primer martes de noviembre.
La población vive severamente afectada por la crisis financiera que se destapó en septiembre de 2008 y que se ha extendido durante cuatro largos años sin que se vislumbre su terminación.
Hoy el panorama económico luce un poco más estable, pero no se olvida el saldo infausto y doloroso de esta profunda crisis muy similar a la Gran Depresión de 1929, cuando al igual que ahora millones de norteamericanos perdieron sus casas, ahorros, negocios, empleos, vehículos y en algunos casos hasta sus pertenencias personales.
El desempleo se mantiene arriba del 8 por ciento a pesar de los intensos esfuerzos del gobierno de Obama por impulsar la creación de fuente de trabajo. Tampoco está claro el futuro del sector inmobiliario, los precios de las gasolinas, la disponibilidad del crédito, los aumentos en los alimentos y ni siquiera la calidad de la educación.
Quizá por ello las encuestas se han visto cada vez más parejas cuando en meses anteriores el presidente Obama superaba por un considerable margen a cualquiera de los precandidatos republicanos.
Según Gallup las simpatías favorecen 47 a 45 por ciento a Obama, en tanto Rasmussen coloca a Romney arriba por 46 a 45 por ciento, y una reciente encuesta de ABC y The Washington Post declaró un empate del 47 por ciento entre ambos contendientes.
Y bueno también en la Unión Americana se cuecen habas cuando la agencia Bloomberg colocó a Obama con 13 puntos arriba de Mitt Romney, aunque explicó que la muestra estaba integrada en su mayoría por personas con carrera universitaria.
Sin embargo, cabe aclarar que a la hora de proyectar los votos electorales, Obama podría alcanzar un total de 333 contra 205 de Romney, esto debido a que el actual presidente ganaría estados con mayor número de delegados como California, Nueva York e Illinois, entre otros.
Pero si la economía será vital en esta elección, lo mismo ocurrirá con temas ideológicos claves en donde los norteamericanos han puesto su interés en los años recientes.
Uno de ellos será el tema migratorio que impactará especialmente a la población hispana que cuenta con 22 millones de votos potenciales en el 2012. En este terreno Obama se adelantó con el proyecto de legalizar el estatus de varios millones de jóvenes indocumentados.
El segundo tema se refiere a la reforma de salud que recibió la luz verde por parte de la Suprema Corte por lo que será difícil que los republicanos puedan remontar los votos a favor que significará para los demócratas.
El tercer tema candente se enfoca a las luchas de minorías como es el caso del matrimonio entre homosexuales. Aquí Romney y su partido podrían dar la pelea y recuperar parte de la desventaja si emprende una campaña seria y responsable a favor del matrimonio tradicional entre un hombre y una mujer.
La población norteamericana respalda en su mayoría esta causa, pero como suele ocurrir son las minorías activistas quienes más presión ejercen sobre legisladores, jueces y autoridades.
En California, un estado considerado liberal, la legalización del matrimonio gay fue rechazada por mayoría en la propuesta 8 que se votó en 2008 y que todavía se litiga a nivel de la Suprema Corte de Justicia.
A Romney lo critican los propios republicanos por ser demasiado moderado y no tomar banderas duras que puedan atraerle reflectores y votos. Muchos quisieran ver en esta contienda a un nuevo Ronald Reagan capaz de derrotar a un Jimmy Carter, por cierto más popular y habilidoso que el de 1980.
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