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Se desata violencia en Barcelona

Violencia. Contenedores incendiados, ayer por la tarde en las calles de Barcelona, durante la manifestación antisistema en la jornada de huelga general convocada por los sindicatos.

Violencia. Contenedores incendiados, ayer por la tarde en las calles de Barcelona, durante la manifestación antisistema en la jornada de huelga general convocada por los sindicatos.

AP

Debido a la huelga general que convocaron sindicatos en España, en Barcelona se suscitaron enfrentamientos con policiás que dieron un saldo de 176 detenidos y 104 heridos leves.

Decenas de miles de españoles manifestaron ayer en las principales ciudades del país en apoyo a una huelga general contra el gobierno conservador del Partido Popular, que registró un seguimiento desigual.

Las marchas transcurrieron generalmente sin incidentes, salvo en Barcelona, donde la Policía cargó contra un centenar de manifestantes que quemaron contenedores y destrozaron algunos escaparates del centro de la capital catalana en los únicos altercados violentos del día.

La jornada se saldó con 176 personas detenidas en todo el país y 104 heridos de carácter leve, según informó el Ministerio del Interior.

El paro de 24 horas, convocado por los sindicatos mayoritarios de izquierda, busca derogar la reciente reforma laboral que abarató considerablemente las condiciones de despido en un país que soporta un desempleo cercano a 23% y está al borde de su segunda recesión en cuatro años.

Los sindicatos Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO) calificaron la huelga de exitosa, con un seguimiento medio del 77% y pidieron un gesto al presidente Mariano Rajoy para introducir cambios en la ley.

"Ofrecemos al gobierno iniciar un camino distinto en busca de un gran consenso de país", dijo el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo. "Si no, habrá un conflicto social creciente".

Pero el gobierno consideró "escasa" la participación y recalcó que no se tocará una coma de la parte troncal de la reforma del mercado laboral, que entre otras medidas rebajó de 45 a 33 días por año trabajado la indemnización por despido.

"La agenda reformista del gobierno es imparable", señaló la ministra de Empleo, Fátima Báñez.

El consumo eléctrico, uno de los factores más o menos objetivos para medir el impacto del paro, cayó el 16,3% al finalizar la jornada laboral con respecto a un día normal, según datos de Red Eléctrica Española.

En la huelga general del 29 de septiembre de 2010, entonces con los socialistas en el poder, el descenso a esas horas fue del 19.6% y la participación en aquella huelga se calificó de desigual.

En el paro de 2002, por ejemplo, la caída en la demanda de energía llegó a alcanzar picos del 30% en algunos momentos del día.

 LAS JORNADAS MÁS NUMEROSAS

Madrid, Barcelona y Valencia vivieron las manifestaciones más numerosas, bajo una estricta vigilancia policial. En la capital española, miles de personas ondeando banderas recorrieron el centro de la ciudad detrás de una gran pancarta en la que se podía leer: "Quieren acabar con todo. Con los derechos laborales y sociales".

"Cómo no voy a protestar. Llevo 45 años trabajando en la misma empresa y ahora me van a poder despedir casi gratis", dijo José Jiménez, de 60 años, quien trabaja en una empresa textil.

"La reforma supone un retroceso de 60 años. Los trabajadores perdemos todos los derechos y salen beneficiados la banca y los empresarios", añadió Fidel Martín, un conductor de autobuses de 57 años.

Un centenar de los conocidos como jóvenes indignados, que hace un año acamparon durante meses en algunas ciudades por su desacuerdo con la clase política y las reformas sociales, extendieron su protesta en la céntrica Puerta del Sol de Madrid al terminar la manifestación. Pero no se produjeron incidentes.

La jornada de paro fue ampliamente secundada en los sectores automotriz e industrial, donde por ejemplo las plantas de producción de automóviles quedaron prácticamente paradas.

En los transportes, se respetaron los servicios mínimos pactados del entorno del 35% en la red de ferrocarril, metro y autobuses urbanos. En el aeropuerto de Madrid-Barajas, se operaron 1,700 vuelos, menos de la mita de los 4,500 de una jornada laborable.

En el sector servicios, grandes almacenes y pequeños comercios decidieron mayoritariamente abrir sus puertas a pesar del paro.

A lo largo del día, grupos de bulliciosos piquetes intentaron convencer a aquellos que no se sumaban a la huelga. En la Gran Vía, una de las principales zonas comerciales de Madrid, un piquete de unas 500 personas hizo sonar silbatos mientras avanzaba lentamente por la avenida, bloqueando el tránsito aproximadamente durante una hora.

A medida que la multitud se hacía camino, sin oposición policial, muchos comerciantes cerraron sus negocios.

"Pasamos por tiempos verdaderamente difíciles, estamos padeciendo", dijo Ángel Andrino, un desempleado de 31 años que fue despedido poco después de entrar en vigor la reforma laboral. "Los derechos por los que pelearon nuestros padres y abuelos han sido borrados sin consultar al pueblo".

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