La separación de López Obrador de los partidos que lo postularon —PRD, PT y Movimiento Ciudadano— fractura mucho más a la izquierda, caracterizada por sus choques internos. La ausencia de dirigentes perredistas en la asamblea del tabasqueño exhibe profundos rencores de las tribus.
El excandidato presidencial del Movimiento Progresista se refugia en el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y falta ver quiénes de la izquierda lo van a seguir, o si se quedará solo.
Jesús Ortega dijo en días pasados que con la salida de López Obrador del partido amarillo se acabaría la esquizofrenia. Y Jesús Zambrano, presunto camarada de AMLO no asistió a la asamblea dominical del Zócalo. Son Los Chuchos los que continúan al frente del PRD y ambos se decían amigos de AMLO. Sin embargo, en un tuit saludaron la “posición de nuestro excandidato presidencial”. Ahora lo llaman “ex”.
Guadalupe Acosta Naranjo dijo en un mensaje “yo me quedo”, en el PRD, y el excandidato a gobernador del Estado de México, Alejandro Encinas, cree que ese partido puede fragmentarse debido a la salida de López Obrador.
El jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, no fue visto en el evento del Zócalo, pese a ser llamado el mejor político de México por López Obrador. Tampoco asistió el jefe de Gobierno electo, Miguel Ángel Mancera, pero sí estuvo quien en varias ocasiones intentó ser presidente de México, Manuel Camacho Solís, a quien ya se le retrató dormido en su cómodo escaño del Senado. ¿También se hará a un lado la hoy senadora Dolores Padierna, siempre lópezobradorista y quien se ha declarado admiradora del presidente venezolano, Hugo Chávez? El extricolor Manuel Bartlett estuvo cerca de López Obrador, ¿pero se sentirá cómodo entre quienes lo han criticado por tumbar el sistema cuando Cuauhtémoc Cárdenas se perfilaba como ganador?
López Obrador intentó el dramatismo en su retiro. Dijo que en Morena dedicará toda su imaginación y trabajo a la transformación de México. E hizo este parangón: cuando muera escribirán sus amigos sobre su tumba: “aquí yace un soñador” y los enemigos anotarían: “Aquí yace un loco, pero no escribirán aquí yace un cobarde, un traidor de sus ideas”.
EN SU “DESOBEDIENCIA CIVIL”, AMLO prometió luchar bajo el principio de la no-violencia y no reconocer al priista Enrique Peña Nieto como presidente de México por “cuestión de dignidad”. Sigue sin aceptar sus derrotas.
Sin llenar el Zócalo, como en sus mejores días de dirigente del PRD, López Obrador no sabe si Morena se mantendrá como sociedad civil o partido político. Eso corresponde definirlo a sus integrantes y, según dijo, se despidió en los mejores términos de los partidos que lo apoyaron y no se llegó a la ruptura.
Por lo pronto cuenta con el Partido del Trabajo y no se advierte que alguna tribu del PRD quiera sumarse al tabasqueño. “Morena será realmente su tumba política”, dicen los “amigos” del perdedor.
Del éxito o el fracaso de Morena dependerá que AMLO pueda continuar en la política e incluso piense en ser candidato presidencial por tercera vez, como lo hizo Cuauhtémoc Cárdenas, quien se retiró del PRD por los empujones del mismo López Obrador y el domingo tampoco acudió al Zócalo. Amor con amor se paga.
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