Familiares de trabajadores desaparecidos y quienes presuntamente se encontraban en el interior del Centro de Recepción de Gas de Pemex en el momento del incendio, el pasado martes, continúan buscándolos en los hospitales de la ciudad y de otras entidades vecinas.
Cristal Olvera es una de las mujeres que se suman a la lista de las personas que buscan desde el pasado martes en los nosocomios, ranchos, morgue y hasta en otras ciudades del país y de Estados Unidos a su esposo, quien laboraba en las instalaciones de la paraestatal.
La explosión de un ducto en el Centro Receptor de Gas Reynosa, registrada el pasado martes 18 de septiembre, dejó un saldo oficial de 30 trabajadores muertos, 46 heridos y presuntamente siete desaparecidos.
A la fecha, al menos unos nueve cuerpos han sido identificados, pero en otros casos el proceso será más prolongado, debido al estado en que quedaron.
Sin embargo, el dolor y la desesperación de no encontrar a un ser querido, del que sólo tienen la certeza que ingresó el día de los hechos a las instalaciones contiguas al Complejo Procesador de Gas, no los deja descansar.
Decenas de personas acuden diariamente a las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR), en Protección Civil y hasta en la Presidencia municipal, en busca de una respuesta, de una esperanza, de algo que les permita saber que encontrarán “vivo o muerto” a su ser querido.
Tal es el caso de Cristal Olvera, quien no ha dejado de buscar a su esposo, Francisco Javier Hernández Martínez, quien trabajaba para una de las compañías contratistas y se desempeñaba como auxiliar instrumentista, dando mantenimiento a las válvulas.
Desesperada, con voz quebrada y queriendo encontrar alguna respuesta que calme a sus inquietudes, relata que diariamente acude a diferentes instancias de esta ciudad, en busca de una respuesta que le permita conocer el paradero de su esposo.
Asegura haber recorrido todos los hospitales de Reynosa y con la ayuda de familiares y amigos los nosocomios de Monterrey, Nuevo Laredo, la capital del estado e incluso de Galveston, Texas.
Olvera reparte en las calles y a quien se topa en su camino, una fotografía de su esposo impresa en hojas de máquina, quien se encuentra en calidad de desaparecido.
Al igual que esta mujer se repiten las historias de las madres, esposas, hermanas, padres y demás familiares que buscan desesperadamente a sus familiares y que no encuentran respuesta por parte de las autoridades sobre el paradero de al menos siete trabajadores.
