Es difícil criticar a Santos Laguna cuando en el torneo va invicto, es tercero en la tabla y tiene dos triunfos consecutivos, pero en lo particular presenta muchas fallas que sobre todo provienen de la banca en las decisiones que toma Benjamín Galindo en las segundas partes. Esto lo vengo pensando desde el torneo pasado y el sentimiento se resume en pocas palabras: el propio técnico de Santos debilita al equipo en el segundo tiempo por los cambios de librito, de cajón o temerosos, que el equipo lagunero presenta.
Aunque antes Jaguares los Guerreros estaban en jaque ante la embestida visitante, de alguna forma Santos correspondía con toque de primera intención. Conforme pasaron los minutos, los locales lograron igualar en llegadas a gol, sobre todo tejiendo jugadas en los botines de Daniel Ludueña y Darwin Quintero. Este último ha mejorado de forma importante: de ser el tibio jugador que sólo sabía correr y burlar sin trascender, ahora el Científico se muestra desde detrás de media cancha, conduce, cede, propone, hace paredes, pasa y se ha convertido en un auténtico peligro para los rivales. Es claro que la llegada del español Marc Crosas ha prendido los focos rojos en la media cancha santista (Christian Suárez, Salinas, Darwin), pero parece que el colombiano ha sido el único que se ha aplicado para no perder su puesto titular.
Santos jugaba de local, con Ludueña y Darwin en la cancha y de alguna forma tenía el juego controlado, se llegaba y era cuestión de tiempo para que cayera el gol. Los cambios ofensivos del Profe Cruz literalmente espantaron a Galindo, de modo que decidió sacar a los dos morenazos (Suárez pesaba mucho menos y se antojaba su salida) que repartían el juego y ante su ausencia la media cancha cayó estrepitosamente. Aunque los dos que ingresaron (Cándido Ramírez y Hércules Gómez) son jugadores de ofensiva, el equipo quedó debilitado, la suerte siguió corriendo milagrosamente a favor de Santos junto a una extraordinaria actuación de Oswaldo Sánchez, para conseguir el triunfo con un cabezazo sorpresivo de Aarón Galindo, virtuosa jugada que jamás estuvo en el guión.
A Galindo se le aplaude el tiempo que le está dando a Cándido Ramírez en la cancha, pues el joven promete, es veloz, atrevido, técnico y por poco hace uno de los mejores goles que ha visto el TSM, pero los momentos en que se realizan los cambios no son los propicios: Galindo se echa atrás demasiado rápido, se debilita solo y desprotege mucho a sus jugadores de ofensiva que casi quedan en el olvido.
La suerte acaba si los resultados no están sustentados con buenas decisiones, Xolos es un rival de mucho cuidado y algo me dice que el verdadero nivel de Santos lo veremos en esta próxima jornada.
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