Irreconocible Santos Laguna la noche del viernes en la cancha de Morelia. Soy consciente que en el futbol se gana, empata o pierde. Que incluso el líder de la competencia, en este caso Santos, aunque venía mostrando personalidad y jugaba bien al futbol, en algún momento tenía que perder, porque el futbol y el deporte son así.
Morelia superó a Santos, es cierto. Fue mejor equipo, jugó con mayor inteligencia y supo elegir la estrategia para superar a un rival que en los últimos torneos lo ha eliminado de liguillas. Santos y Morelia no se caen bien por diversos factores que han ocurrido en sus enfrentamientos previos. De modo que este partido había que encararlo con el doble de concentración, fortaleza y ambición por obtener puntos.
Osmar Mares simplemente no la vio. El lado izquierdo de Santos fue una puerta que el rival utilizó para entrar y hacer daño. Raro en Osmar que había ganado la titularidad a César Ibáñez en base a buenas actuaciones. Lo mismo pasó con Rafael Figueroa y Aarón Galindo: de ser los consentidos de inicio de torneo por la forma tan visible de partirse el alma en la cancha y llegar a ser la mejor defensivda del torneo, contra Morelia se mostraron muy lentos, desubicados, desconcentrados y no cayeron más de tres goles sólo porque atrás está Oswaldo. Siempre Oswaldo.
Benjamín intentó modificar, pero no estoy seguro que haya pensado mucho sus cambios. Remover a Osmar Mares era necesario porque el jugador ya se mostraba muy nervioso y hasta harto de los regaños de sus compañeros. La salida de Rodolfo Salinas sorprende, para mi gusto de lo muy poco que Santos estaba mostrando. Debutó Marc Crosas más por fuerza que por una real necesidad. El partido (al igual que la aparición de Cándido Ramírez en la vuelta de la final ante Tigres) no estaba para debuts. Si bien Marc apenas mostró que tiene buen toque de balón, el juego era un caos en la media cancha de los Guerreros que ante tal desorden, absorbió al español en ese vaivén de mitad de terreno en el que los jugadores ya no supieron cuál era su función.
Preocupante (muy) el mal momento que vive Oribe Peralta. Si Oribe anda mal, Santos lo resiente de inmediato y en este juego fue muy tangible esta situación. Algo pasa: corre, intenta, defiende, pero a la hora de recibir el balón, Peralta pierde, equivoca el pase, no dispara bien, no coloca bien. Suárez y Darwin han logrado subir de juego, pero como si fuera una broma, Ludueña y Oribe lo disminuyen y Santos no logra alcanzar así un óptimo y real nivel en su ataque.
Galindo tiene mucho qué corregir, cambiar (¿la central? ¿el lateral derecho? ¿la contensión? ¿Hércules por Oribe?) porque el equipo no se vio bien y ante el siguiente rival, Monterrey, es prohibido perder, menos de local.
Twitter: @AlexRodriguezSa