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Solo y Sin Marca

Alex Rodríguez

El fin de semana pasado fue turbulento para los que practicamos el periodismo deportivo. El veto al Diario Récord por parte de la Federación Mexicana de Futbol levantó una ola de opiniones que ocasionaron reacciones tanto de los directivos que fueron parte de tal decisión como de comentaristas deportivos que, aunque no afectados (aún), defienden (y defendemos) el no cerrar las puertas a diferentes puntos de vista u opiniones.

No soy adepto a la línea editorial de Diario Récord, aunque algunos de sus columnistas son bastante buenos. Creo que su forma de vender futbol (y soy algo experto en esta última expresión) se basa en titulares amarillistas, rumores no siempre sustentados y se caracterizan por tener un vocabulario soez. Partiendo de estas características, entiendo la reacción de los directivos mas no la comparto. Es muy delicado condicionar a un medio de comunicación y, peor aún, negarle la entrada a un estadio o evento masivo. A pesar del mandato de la federación, el cual entiendo, los equipos deben obedecer sí o sí. Afortunadamente dos equipos que representan a la Universidad, el conocimiento, la investigación, la academia, el humanismo, la diversidad, la pluralidad, como son los Pumas (UNAM) y Tigres (UANL), no acataron dicho mandato y permitieron el acceso al Diario Récord.

Lo grave del asunto no es Récord en sí, sino la acción. Esto genera un precedente muy peligroso porque un país que busca educarse (¿realmente lo busca?), tener una liga Premier y aspira con ser un protagonista a nivel mundial, necesariamente debe tener una prensa de primer mundo (que no) y un campo benéfico para realizar el periodismo (que se pensaba sí, pero ya vemos que no). El aceptar la crítica es primordial para corregir errores y malos hábitos. El periodista mexicano ha pensado hasta hace poco que por su posición en los poderosos medios de comunicación puede criticar, agredir y hasta insultar sin ser reprendido, escudándose en una mal entendida libertad de expresión, lo cual ciertamente debe existir. Pero la libertad de expresión debe ser adecuada, sin insultos, sin tendencias y con un sustento de las realidades que se critican. El periodista deportivo mexicano tiene que hacer un enorme esfuerzo por no vender chismes y rumores, que debido a la pobreza de educación en nuestro país vende tan jugosamente.

El directivo tiene que hacer el mismo esfuerzo. El verano pasado el presidente de Santos, Alejandro Irarragorri, convocó primero a los abonados y después a los twitteros (red social donde se genera la opinión pública, sin más) a sentarse y expresar sus puntos de vista, malestares y propuestas. Aunque no todas se ejecutaron, la imagen de Santos y de Irarragorri fue la de estar dispuestos a escuchar al otro, a conversar y a discutir en cordialidad.

Aleson2001@hotmail.com

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