Cuánto en futbol es cuestión de actitud. La goleada de Santos a San Luis debe ser aterrizada, vista con lupa y con excesivo cuidado: Si bien es cierto que son merecidos los aplausos, que el triunfo ayuda, que no es fácil meter cinco goles y menos que uno de tus jugadores haga cuarto, también es sano poner todo en su lugar y saber que San Luis es acaso uno de los peores equipos del torneo, dirigido por el peor técnico que puede haber en el mercado, Sergio Bueno, que es para mí inexplicable cómo sigue consiguiendo trabajo, pero allá ellos…
Será cuestión de gustos pero para el mío, las Chivas son todavía peores que el San Luis, que es un equipo que está acostumbrado a morder, contener, a no dejar jugar y aunque no es vistoso ni productivo, siempre ha complicado al rival en turno ¿por qué Santos entonces lo goleó con relativa facilidad? La respuesta creo es sencilla: Santos jugó sin miedo, pues estaba obligadísimo a ganarle como local a uno de los peores del torneo.
Ninguno nacimos ayer y ya conocemos la película de memoria: cuando el técnico santista sale los primeros minutos con miedo, defendiendo y especulando, el partido se complica terriblemente, mete gol el delantero rival que tenía 14 años sin anotar, gana el otro equipo que viene de una crisis de la que sale gracias a su triunfo contra Santos e incomprensiblemente los laguneros son superados en todos los ámbitos. Pero no se vuelve tan incomprensible cuando sabemos que el director técnico trae una actitud derrotista (como ejemplo, las declaraciones de Benjamín Galindo hacia Chivas: diciendo que era un rival de sumo cuidado y respeto en la cancha, que tenían que estar atentos… cuando Guadalajara presenta la peor versión de su historia).
¿Y qué pasa cuando el técnico en turno de Santos recuerda que se cuenta con uno de los mejores planteles del torneo, que sus jugadores tienen cualidades ofensivas, que a la afición le gusta ganar, ver cómo sus jugadores se mueren al menos en el intento? Simplemente el equipo gusta. Santos ha llegado a perder partidos ante el aplauso de sus aficionados (la final contra Tigres) porque se intentó en todo momento. Suelta a Christian Suárez, juega con dos delanteros clavados (Hérculez y Oribe) banquea a quien no está haciendo bien las cosas, haz los cambios apropiados (muy bueno cuando salió Ibáñez y entró Morales) pon a Marc Crosas de inicio y las llegadas a gol se generarán casi por sí solas, los goles llegarán (Oribe, cuatro) y habrá más triunfos que derrotas; la afición estará contenta y la prensa será más cordial. Como decía mi añorado maestro Paco Amparán, no hay que romperse la cabeza tratando de inventar el agua de limón.
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