El destino inminente se encarga de ofrecer revanchas. Casi siempre tarda, pero en el caso de Santos Laguna lo vuelve a colocar en una final ante un férreo rival geográfico/comercial, con quien ya se perdió hace muy poco un trofeo de forma dolorosa por todo lo que implica perder ante Tigres o Monterrey.
Aunque una revancha tendría que ser en una final de liga, no podemos perder de vista que el torneo Concachampions es de índole internacional y que valida al campeón de dicho certamen a representar a México en el Mundial de Clubes, cosa que privilegia a cualquier organización y de pasada internacionaliza, objetivo que Santos Laguna busca desde hace tiempo.
Se dice que los equipos grandes ganan campeonatos y que los equipos que llegan a finales y no las ganan, sólo juegan a ser grandes. Desconozco al autor de tal cita y es posible que se me haya ocurrido, pensando que alguien más la dijo. No siempre aplica, pues los últimos subcampeonísimos del futbol mexicano, Cruz Azul y Santos, son forjados organizacionalmente como equipos de primer nivel.
La afición nuevamente está esperanzada. Una nueva final perdida puede ser un golpe anímico terrible, hasta traumático. Mucho (casi todo) depende del cuerpo técnico y de los jugadores para remontar de forma épica ante Monterrey y levantar otro trofeo. Después de ver a Santos ante Tigres, me generó confianza. Cuando terminó el partido ante Monterrey, todo era pesimismo, no veía por dónde porque sentí casi una calca del juego final que precisamente se perdió ante Rayados, cuando los (no) Guerreros de ese entonces eran dirigidos por Romano. Vaya, hasta Suazo nos volvió a vacunar.
El futbol desempeñado ante Tigres, la actitud, la generación de jugadas de gol. La velocidad de Darwin y Cándido; la alineación elocuente, mejores cambios y manejo de partido por parte de Benjamín Galindo, y no veo problema para vencer a Monterrey. Santos ya lo ha hecho en aquella semifinal con el clásico gol de Fernando Arce. Santos ya lo ha hecho en Concachampions ante el Impact de Montreal, con aquella voltereta de desquiciados mentales que hizo explotar el antiguo Corona.
Jugadores del Santos: hoy la mesa está servida, de ustedes depende ser una plantilla más que ha pasado por el club, o escribir la historia, con sus nombres en mayúsculas, con letras de oro en la inmortalidad.
