Para un servidor, como columnista, no hay mayor placer que escribir: ¡Santos Campeón! Sé que peco de imparcial para posibles lectores aficionados a otros equipos, pero semana tras semana este espacio intenta rescatar lo mejor de cada partido del Santos Laguna con el solo afán de mantener cual o tal cualidad en el equipo. Así mismo, bajo mi dudoso criterio, intento señalar los defectos, vicios o malos hábitos que puedan aparecer durante el desempeño de la temporada con el objetivo de aportar humildemente hacia la mejoría, si es que alguien del club pela este espacio.
Por eso mi placer al escribir ¡Santos Campeón! Porque como tú, me intereso por el equipo, lo siento mío, representa mi infancia, mi juventud, mi cotidianeidad, mi día a día, mis fines de semana. Es mi escudo cuando visito otras ciudades, incluso otros países. Es mi pasaporte de identificación, es lo que me viste como lagunero. Es, en pocas palabras, mi equipo.
Coronarse como lo hizo Santos requiere de todos los méritos: no fue un equipo despistado que de pronto se vio en la final y la ganó, como suele pasar en el futbol mexicano. Santos tuvo que luchar contra obstáculos muy pesados. El más fuerte de ellos: sus propios fantasmas. A pesar de que muchos de los jugadores actuales habían sido campeones con Santos en el 2008, el perder cuatro ¡cuatro! finales en forma consecutiva trastorna a cualquiera. Llegar a una quinta final, tener la personalidad, el coraje, el deseo y el hambre por ganarla, fue la mayor virtud del equipo lagunero. Si agregamos que Santos eliminó en semifinales a Tigres y venció en la final a Monterrey, sus dos acérrimos rivales geográficos, quienes son casualmente los que habían arrebatado el título a los Guerreros en las últimas tres finales (en todo el texto, al referirme a finales, he incluido Concachampions), entonces el festejo es completo.
Además, la consigna arbitral contra Santos, fue más que clara. En las finales anteriores, en semifinales y en esta final. Por eso el triunfo es completo, porque se venció a todo: a miedos, a fantasmas, a rivales históricos, a tendencias, a maldiciones, a árbitros, a equipos, a desconfianzas, a temores internos, a aficiones rivales, a pronósticos malversados, a opiniones venenosas. Santos Laguna lo venció todo, como su gente al desierto, por eso ambos son ¡campeones de México!
Twitter: @AlexRodriguezSa