La preocupante y dañina falta de educación que tiene nuestro país se ve invariablemente reflejada en las canchas de futbol. El deportista no puede (o no debe, al menos, porque de que puede ha sido visible a través de los años que puede) excusarse que no posea un cierto nivel educativo por el simple hecho que él es futbolista, o boxeador, o lo que se quiera.
Cuando vemos a un futbolista festejar un gol con mímica violenta, es decir, ejecutando a un compañero, como fue el caso el pasado domingo en Tijuana, hay que encender las luces en rojo. Como sociedad NO nos debemos a acostumbrar a ver este tipo de escenas, por muy comunes que sean en nuestro día a día y mucho menos (sobre todo ahí no) en una cancha de futbol, pues el deporte es uno de los pocos lugares que nos quedan "exentos" (y entrecomillo por lo sucedido en el TSM hace un año) de este secuestro masivo en el que la violencia del país, la política corrupta y la incapacidad rotunda de nuestros gobernantes nos tienen.
Es el colmo que el colombiano Riascos haya simulado esa ejecución al ecuatoriano Fidel Martínez. Me podrán alegar que ninguno de los dos es mexicano y que eso no refleja la falta de educación en nuestro país. Pero este último punto es incuestionable. Lo cierto es que están en una liga mexicana, en un club nacional, ante una sociedad demasiado golpeada por la violencia, en donde apuesto no hay una sola familia mexicana que no haya sido afectada en menor o mayor grado por esta ola de destrucción y estos dos payasos viviendo en el país donde no pasa nada.
Lo peor es que existe el penoso antecedente de Marco Fabián y el 'Venado' Medina (otro festejo de ejecución, los muy torpes) que sin antecedentes en la legislación del festejo, quedaron en ridículo como insensibles ante la actualidad del país. Una muestra más que Riascos y Fidel viven en babaria.
He leído y escuchado comentarios en que no se debe exagerar un festejo así, que se dramatiza demasiado y que no tiene nada que ver. Difiero totalmente. Quizá en otro país, con otro entorno y otra realidad, fuera una payasada. Pero en México es una falta total de conciencia, de respeto y de sensibilidad y los clubes deben estar muy de cerca con sus jugadores para no permitir que estas imágenes de violencia simulada se repitan.
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