"Toda disciplina debe tener cuando menos una disciplina."
Joseph Stiglitz
DAVOS, Suiza.- ¿Cuándo terminará la crisis económica? La pregunta era inevitable en un Foro Económico Mundial obsesionado con una crisis que no previó y que nunca pensó duraría tanto. En la mesa "El futuro de la economía" se mencionó que Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff habían encontrado en una investigación histórica que la duración promedio de una crisis económica de la profundidad actual es de 10 años. Si la crisis empezó en agosto de 2007, esto supondría que la recuperación llegaría en 2017. Pero Joseph Stiglitz, ganador del Premio Nobel de Economía, advirtió: "Todo depende de lo que hagas". Con las actuales decisiones de los gobiernos, "la visión de 2017 me parece demasiado optimista."
Ésta es el pesimismo de Davos 2012. Los economistas parecen competir para ver quién ofrece la visión más negativa. Cuando se le preguntó a Brian Arthur qué ha funcionado mal en la economía, su respuesta fue: "Mi pregunta como economista es: qué ha funcionado bien."
De alguna manera estamos reviviendo las discusiones sobre el modelo económico que se registraron en la década de 1930, otro tiempo de crisis. ¿Qué tanta libertad deben tener los mercados? ¿Cuál debe ser la intervención de los gobiernos. "Hay muchos indicios de que los mercados no funcionan bien, como la gran depresión o la actual recesión", apuntó ayer Stiglitz. Pero nadie se atreve ya a sugerir, como en los treinta, que la solución es eliminar los mercados y regresar a planificación central del gobierno.
La economía no es una ciencia exacta. Robert Shiller, creador del concepto de "exuberancia irracional", y uno de los pocos que previó los desplomes de las acciones de tecnología primero y del mercado inmobiliario después, recordaba ayer las palabras del clásico economista británico Alfred Marshall: "La economía no puede ser una ciencia exacta porque trata con seres humanos."
En la conferencia inaugural del Foro ayer se esperaba algún anuncio de Ángela Merkel, la canciller alemana, que cambiara de un plumazo el rumbo de la economía europea. Alemania no es sólo la mayor y más rica economía de Europa, sino uno de los pocos países de la región que ha recuperado el nivel de producción que tenía antes de la crisis y que tiene hoy un desempleo inferior al de 2008. Pero ni siquiera Merkel puede ofrecer soluciones mágicas a la crisis de Europa. La austeridad no es la solución, pero sigue siendo indispensable. Pero lo que hay que hacer es enfrentar también el problema de falta de competitividad que ha afectado a los países de Europa.
Merkel apuntó ayer que algunas naciones europeas han mostrado ya el camino de la solución. Suecia lo hizo con sus reformas económicas de hace algunos años; Alemania también con su reforma laboral. Estos cambios estructurales han permitido a estos países tener un mejor desempeño económico que el resto de Europa. El problema es que no son soluciones mágicas que ofrezcan una recuperación instantánea.
La idea de que las crisis son la prueba de que los economistas han fracasado se ha generalizado entre los propios economistas. Es como si los oceanógrafos pensaran que su ciencia ha fallado porque no pueden evitar los maremotos o los meteorólogos por no impedir los huracanes. Es una idea cuando menos ingenua para quienes han tratado de convertir la economía en una ciencia exacta.
Pero la base de una ciencia exacta es primero observar el comportamiento de la naturaleza y sólo después, si es posible, tratar de modificarlo. Los economistas parecen haber decidido que la razón de ser de su ciencia es suprimir las crisis en lugar de entender por qué surgen.
De forma tardía, Marcelo Ebrard confirmó su participación en el Foro Económico Mundial. Tomará parte en una mesa sobre ciudades sustentables. Al final estarán en Davos el presidente Calderón, el candidato Enrique Peña Nieto y el jefe de gobierno del Distrito Federal Marcelo Ebrard.
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