¿S On mejores las mujeres?, pregunta Sara Sefchovic en su espléndido libro del mismo título, aunque ni siquiera la autora no nos da la respuesta porque depende de qué mujeres hablemos y con quién o con qué las estamos comparando. ¿Las pobres, las ricas, las urbanitas, las campesinas, las universitarias, cuáles? ¿Mejores que quién? ¿Mejores para qué? Las madres solteras que a pesar de tener todo en contra sostienen, educan y sacan adelante a los hijos; pues sí. Indudablemente son mejores que los hombres irresponsables que las abandonan, pero también hay mujeres que abandonan -son menos, pero las hay- y hombres comprometidos y amorosos que se hacen cargo de los hijos. ¿Profesionistas? Hoy en México tenemos médicas, científicas, arquitectas, escritoras; mejores y también peores que los hombres. Existen personajes femeninos tan nefastos como Elba Esther o Martita, pero entre los hombres abundan también los trepadores insaciables. Tenemos grillas que se arrebatan las gubernaturas, las diputaciones, y si las dejamos se cuelan hasta la presidencia (igualito que los hombres). No abundan, pero las hay también preparadas como Cecilia Soto y Patricia Mercado, que ya antes de Josefina Vazquez Mota habían aspirado a la Presidencia, aunque sólo hoy, por primera vez en la historia política de nuestro país, tenemos en Josefina una sólida candidata con posibilidades reales de ganar.
En un México machista donde a pesar de las conquistas obtenidas por y para las mujeres; la igualdad de género es todavía una meta muy lejana si consideramos la cotidiana falta de equidad salarial y la violencia intrafamiliar y laboral, la solapada discriminación por género, la deserción escolar de las niñas antes de terminar siquiera la primaria y el reducido número de mujeres que consigue terminar una carrera; el simple hecho de tener hoy una candidata con altas posibilidades de llegar a la Presidencia, es una señal de madurez política que sin duda será favorecida por el numeroso voto femenino.
Nada menos que la mitad del padrón integrado por mujeres que ya no aceptamos ser mencionadas como "el viejerío", ni como "lavadoras con partas"; sino como ciudadanas que cansadas de tantos políticos erráticos; seguramente habremos de darle una oportunidad a Josefina. ¿Será ella mejor que Salinas o que Fox o Calderón? La verdad es que no lo sabremos -como nunca hemos podido saberlo de ningún candidato- hasta que ganadas las elecciones la veamos en acción.
"Educación de calidad, fortalecer el mercado interno y una reconstrucción de la paz en el país". "Mejores policías y una mejor impartición de justicia" promete Josefina, total, es tiempo de prometer. "Yo quiero ser una presidenta fuerte, decidida y valiente", ofrece e indudablemente lo es como lo demuestra el arrojo con que se ha lanzado a esta campaña teniendo en su desfavor -entre otros- a un panista de peso completo como es el presidente Calderón.
Bien por Josefina, ojalá que lo logre con el apoyo de todos los mexicanos. "No soy ni seré más de lo mismo" ha dicho y para demostrarlo su primer reto será realizar una campaña inteligente digna, limpia, con imaginación y sin convertir en basura el dinero del contribuyente. Los pendones con la foto en cada poste, los acarreados, las tortas, los tacos y las manos levantadas en triunfo anticipado, están muy rebasadas. "Yo seré una digna comandante en jefe de Las Fuerzas Armadas y al mismo tiempo sabré cuidar a las familias con la sensibilidad que se requiere".
Que así sea y que Josefina pueda integrar un equipo fuerte y conocedor en las materias en las que ella es débil y desconocedora. Que gane las elecciones y que sea una buena presidenta es lo mejor que nos puede pasar; sin embargo, tantas veces frustrados, los ciudadanos ya no debemos poner demasiadas expectativas en una sola persona ni creer que de Los Pinos saldrán las grandes soluciones que requiere la compleja situación de nuestro país.
Ahora hay que ir con pies de plomo y desconfiar. De lo único que no podemos dudar, el de que el candidato fuerte, infalible para conseguir los cambios que necesitamos; es el ciudadano. Yo votaré por Josefina porque me parece la única opción razonable y porque creo que ha llegado el momento de darle la oportunidad a una mujer; aunque estoy convencida de que quienes conseguiremos corregir el rumbo de país, exigiendo, fortaleciendo nuestras Instituciones, cuidando las manos y sobre todo las uñas de los políticos; somos los ciudadanos. La experiencia nos ha enseñado que ya no podemos depositar nuestro futuro en las manos de ningún candidato. Los verdaderos triunfadores de esta contienda electoral hemos de ser nosotros, la gente.
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