"Las encuestas hay que verlas con cuidado, porque en épocas electorales se hacen a modo."
Andrés Manuel
López Obrador
Quizá tiene algo de razón el ("virtual") candidato de la izquierda a la Presidencia de la República. Algunas encuestas tienden a favorecer a quienes las pagan. Un ejemplo sería la encuesta, cuyos detalles no conocemos, que el presidente Felipe Calderón citó el 23 de febrero en una junta de Banamex y que supuestamente colocaba a Josefina Vázquez Mota a sólo cuatro puntos de distancia de Enrique Peña Nieto. Otro ejemplo sería la de Mercaei que el PAN difundió unos días antes y que mostraba a la ("virtual") candidata panista a cinco puntos de distancia.
También como aparente ejemplo de cómo las encuestas se inclinan por quien las paga está la de Covarrubias y Asociado, la encuestadora favorita de Andrés Manuel López Obrador, que colocaba hace algunos días al candidato de la izquierda en segundo lugar en la contienda, con 30.15 por ciento de intención de voto, sumando al PRD, PT y Movimiento Ciudadano, frente a 27.5 por ciento de Josefina Vázquez Mota y 39 por ciento de Peña Nieto. Ninguno de estos tres ejercicios coincide con los resultados dados a conocer por otras casas respetadas que realizan encuestas.
El uso de encuestas para propósitos políticos no es nuevo. El equipo de Francisco Labastida publicaba constantemente en la campaña de 2000 resultados que colocaban al priista adelante en las preferencias de los ciudadanos. Sólo cuando uno veía el detalle se daba uno cuenta de que la mayor parte de las encuestas citadas eran elaboradas por empresas desconocidas. Esto, sin embargo, le permitía al equipo de Labastida afirmar que su candidato era favorecido por la mayoría de las encuestas.
Las encuestas seriaas, en cambio, mostraron un cambio a partir del 23 de mayo de 2000, a raíz del debate sobre el debate, la controversia en la casa de campaña de Cuauhtémoc Cárdenas sobre cuando había que llevar a cabo el debate y en el que Vicente Fox insistía en que había que realizarlo "Hoy, hoy, hoy". Muchos medios de comunicación recibieron línea y señalaron que con esa insistencia Fox había destruido su propia campaña. Las encuestas serias, sin embargo, pronto empezaron a señalar que Fox había rebasado a Labastida en esa semana que concluyó con el debate entre los candidatos en que el priista se quejó de que Fox lo había insultado al llamarlo "La Vestida".
Las encuestas también señalaban a Andrés Manuel López Obrador como puntero a principios de 2006. Empezaron a declinar ya entrada la campaña, particularmente a raíz de que el candidato empezó a llamar "chachalaca" al presidente Fox. López Obrador, sin embargo, no quiso escuchar esta información y hasta el final dijo que mantenía una ventaja de 10 puntos porcentuales. Para el momento de la elección ya había en las encuestas un virtual empate entre él y Felipe Calderón, que se reflejó en el resultado más cerrado en una elección presidencial en la historia.
También en este 2012 estamos viendo muchas encuestas al parecer amañadas con el propósito de promover al candidato o al partido que las paga. Pero si prestamos atención solamente a las más serias, el panorama es bastante más estable. Es verdad que muestran una declinación de Peña Nieto y un avance de Josefina Vázquez Mota, pero la distancia entre los dos sigue siendo muy amplia.
¿Están cuchareadas estas encuestas también? Lo dudo. De hecho, el propio López Obrador ha estado de acuerdo en la selección de candidatos de la izquierda a través de encuestas. Él mismo parece aceptar que hay encuestas serias y precisas.
NO ES EL GOBIERNO
Julián Lebarón, el activista chihuahuense por la paz, ha abandonado el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad de Javier Sicilia por el énfasis en su relación con el gobierno. No está la solución de la violencia en este camino, dice. "Tenemos el gobierno más grande y más caro de nuestra historia, y tenemos más violencia y más pobreza que nunca."
Twitter: @sergiosarmient4