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Soriana y Wal-Mart: Tarjeta X Tarjeta

Mirando a fondo

Víctor González Avelar

ES MUY DIFÍCIL, si no imposible, aplicar un sistema de elecciones auténticamente democráticas y equitativas en un país con 45 millones de habitantes en pobreza extrema.

NUESTRA REALIDAD nos enseña que solamente el diez por ciento de los habitantes de este país está en condiciones de emitir su voto de manera libre y sin ninguna presión de tipo sindical o al margen de los programas clientelares que han sido inventados los gobiernos y los partidos políticos.

SON UNOS CUANTOS miles de mexicanos los que pueden entrar a la mampara electoral y votar libremente por los candidatos o partido de su preferencia. Y aunque en teoría todos deberíamos poder votar así, esto no sucede.

LA TERRIBLE realidades que incide sobre nuestras elecciones es la miseria que sufre el campo, la pobreza en las ciudades perdidas, la falta de empleo, la falta de una seguridad social integral, la falta de oportunidades, la marginación educativa y los programas clientelares de los gobiernos y los partidos.

UN PAÍS EN ESTAS terribles condiciones no se puede, (nadie podría) instrumentar un sistema democrático del voto libre. La estructura electoral está dada; las leyes son más que buenas y previsoras de cualquier supuesto jurídico; los organismos operadores de las elecciones son en verdad de lujo y los tribunales federales estatuidos para impugnar los procesos ahí están. Todo este enorme aparato nos cuesta a los mexicanos miles de millones de pesos. Sin duda sí tenemos los instrumentos para hacer elecciones democráticas, justas, equilibradas y confiables.

LO QUE PARECE no estar a la altura de los instrumentos creados, es el propio voto ciudadano. Ya sé que en este punto muchos lectores alzarán molestos y asombrados las cejas, alarmados por las barbaridades que escribe el colaborador, pero este punto se explicará.

PREVIO A LAS ELECCIONES y durante todas las campañas políticas, los partidos tratan de conseguir el voto de los ciudadanos, única manera para acceder al poder o mantenerse en él. Hasta aquí nadie puede alarmarse y las cosas van muy bien. Pero cuando las cosas se empiezan a descomponer es cuando los partidos tratan de asegurarse el voto.

TODOS LOS GOBIERNOS en el mundo, y muy especialmente aquellos que gobiernan pueblos pobres y con altos índices de marginación social, han sabido estructurar programas, que además de tratar de disminuir la pobreza, llevan en el fondo el interés de crear su propio clientelismo político. En el caso del Partido Acción Nacional, éste ha instrumentado los siguientes programas clientelares en busca del voto cautivo, comprometido o comprado: Oportunidades; 70 y Más ayuda en efectivo; Programa Hábitat; Subsidio de Empleo Temporal; Arrendamiento equipo y herramientas; Apoyo a las madres trabajadoras; Estancias infantiles especiales; Atención a Jornaleros Agrícolas y así hasta el infinito.

POR SU PARTE, EL PRD en el Distrito Federal y en los estados donde gobierna ha implementado una serie de programas de ayuda a la población empobrecida (pero que finalmente son clientelares) tales como: Desayunos Escolares; Personas con Discapacitación; Adultos Mayores; Seguro de Desempleo; Becas Escolares; Uniformes y Útiles Escolares; Médico y Medicinas, Madres Solas y los costosos espectáculos artísticos con los que llena el zócalo capitalino. etc.

POR SU PARTE, EL PRI en los estados en donde gobierna tiene sus propios programas, muchos de ellos copiados o acoplados por el PAN y el PRD a sus propias necesidades.

QUÉ BUENO QUE EXISTAN esos programas de ayuda y auxilio para las clases más marginadas de este país; pero es la terca realidad la que finalmente los convierte en clientelares y de esta manera deja a los beneficiados sujetos y sin la libertad a votar libremente.

PARA LOS PURISTAS de la democracia este fenómeno de los programas clientelares no debería ser, pero la realidad es que dominan la manera y forma de cómo el elector pobre y marginado emite su sufragio.

¿DE DÓNDE AHORA el PRD se anda rasgando las vestiduras por no haber alcanzado, no obstante sus programas clientelares, una mayor votación en su favor? Si de limpiar las elecciones se trata, habría que empezar por limpiar los votos clientelares que AMLO obtuvo en el D.F., gracias precisamente a sus programas clientelares operados por Marcelo y a las tarjetas WalMart que utilizó para estimular a sus votantes.

CONCLUSIÓN: Es muy difícil construir una auténtica democracia, en un mundo de 45 millones de habitantes que se encuentran en estado de pobreza extrema. No nos extrañemos pues, de que en esas condiciones tomen cualquiera de las dos tarjetas de despensa familiar, sea ésta del color que sea. Es más, quizá tomen hasta las dos tarjetas. Y es que la necesidad tiene cara de hereje.

Comentarios: gaasoc@hotmail.com

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