Foto: CRISTAL BARRIENTOS
Moisés Hernández Valverde es un bombero de 38 años de edad que jamás duda en poner en riesgo su propia vida con tal de salvar a una persona en peligro.
Desde niño sintió la necesidad de ayudar a los demás, pero por su corta edad poco podía hacer. A los 16 años ingresó como socorrista de la Cruz Roja de Torreón donde aprendió a salvar la vida de una persona.
"Siempre tenía la inquietud de ayudar cuando veía a las personas lastimadas por un accidente automovilismo. Una vez vi cuando ocho jóvenes chocaron en el bulevar Revolución y Vasconcelos, todos salieron disparados por las ventanas y nadie se quería acercar a ellos".
En ese momento Moisés no la pensó dos veces e hizo todo lo que estuvo en sus manos para ayudar a los jóvenes mientras llegaba la Cruz Roja. Fue así como decidió ingresar como socorrista.
"Desde los 16 años comencé a tomar cursos pequeños de primeros auxilios, y después me convertí en socorrista, y estuve como cinco años en la Cruz Roja. Después ingresé a la Licenciatura en Enfermería y me gradué, incluso trabajé en un hospital pero la verdad es que yo quería estar en la calle ayudando a la gente".
Entonces Moisés decidió ingresar al Cuerpo de Bomberos de Torreón. Tenía 28 años, y ha transcurrido una década desde entonces. "En la Cruz Roja llegaban muchas personas con quemaduras y fue así como me involucré".
Jamás se ha arrepentido de haber abandonado su carrera como enfermero, a pesar de que la vida de un bombero es difícil. Todos trabajan por turnos de 24 horas y en este tiempo ninguno se puede dar el lujo de pensar en sus problemas personales porque siempre deben estar atentos al sonido de la sirena.
"Somos como una familia y como en todas a veces algunos no estamos de humor o tenemos problemas, o también estamos muy contentos, pero todas nuestras emociones las debemos controlar para estar listos para cualquier emergencia".
Moisés tiene dos hijas: Ady de 12 años y Josselin de 10. Cada vez que sale de casa, las niñas rezan por él para que regrese con bien. "Con bastantes conocimientos y entrega, y claro con la ayuda de Dios, creo que podemos hacer nuestro trabajo sin poner nuestra vida en riesgo".
Asegura que en el Cuerpo de Bomberos se les ha dado diversos cursos de capacitación con el objetivo de salvar no sólo la vida de las personas sino también la de ellos.
"En estos años he tenido muchas experiencias, desde salvar la vida de una persona hasta no poder hacer nada. Una vez estuvimos a punto de morir cuando estuvo a punto de explotar un tanque de gas, y gracias a Dios no pasó nada".
A pesar de la experiencia, Moisés no se acostumbra a ver morir a la gente en un incendio, "en dos ocasiones llegamos y ya no había nada qué hacer porque las personas habían muerto por intoxicaciones, nos quedamos sin poder hacer nada".
En esos casos, los bomberos reciben atención psicológica para superar la frustración y la tristeza de no haber podido salvar la vida de una persona.
"Salvar la vida de una persona no es mérito de un bombero sino de un equipo. Nuestro trabajo nos gusta porque simplemente para nosotros nunca hay descansos en Navidad o en vacaciones porque es cuando más actividad tenemos".
Para Moisés Hernández Valverde, trabajar como bombero es su pasión y no piensa dejar de ayudar a los demás mientras tenga fuerza y vida. "No sé qué va a pasar mañana pero por ahora quiero estar aquí".
Vive al pendiente de la sirena