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Sucedió en el gimnasio

SALUD

Sucedió en el gimnasio

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Roberto Iturriaga

En la actualidad, para muchos el gimnasio es punto de visita obligada varios días a la semana. Ejercitarse en ellos sin duda beneficia la salud, pero también puede someterla a algunos riesgos. Lo invitamos a detectarlos y, sobre todo, a evitarlos.

Los gimnasios se han convertido en una de las mejores alternativas para ejercitarse de manera efectiva, al ser lugares con infraestructura planeada: el clima no es un obstáculo para entrenar en ellos en cualquier momento del año, y por supuesto incluyen las más modernas opciones en aparatos para mejorar la condición física. Hablamos de locales seguros y además, con apariencia agradable, personal capacitado y hasta música de fondo que motiva a la actividad intensa.

Todo lo anterior invita a pensar que son recintos ideales para trabajar a favor de la salud. Sin embargo no siempre están libres de riesgos, en especial los relacionados a la higiene, pues si no se encuentran aseados correctamente o si nosotros como usuarios no tomamos algunas precauciones, podemos llevarnos una experiencia desagradable.

SUDA, NO ENSUCIES

Uno de los principales factores a considerar cuando entramos a un gimnasio es el de la concentración humana. Se trata de sitios públicos que inevitablemente serán utilizados por una gran cantidad de individuos. Esto implica que seguramente habrá sudor, saliva, caspa y los restos de decenas de otras sustancias secretadas por un organismo regular (es decir, relativamente sano). También humedad, calor y el vapor que los cuerpos despiden con el trabajo físico. Dicho de otro modo, es preciso visualizarlos como espacios propicios para la producción y propagación de bacterias y otros microorganismos. Y no se trata de alarmarnos, sino de hacerlo consciente y así preguntarnos qué podemos hacer para evitar ser víctimas de esos microbios y sus efectos dañinos.

Lo primero a tomar en cuenta es la segregación de sudor. No importa la actividad física que desempeñe: si el cuerpo se ve bajo alguna situación de esfuerzo que lo lleve a sobrepasar su temperatura normal, se enfriará mediante la transpiración. Las principales zonas que secretan sudor son espalda, pecho, cabeza, axilas y entrepierna, pues en esos puntos es donde se encuentra la mayor circulación sanguínea. De este modo, es altamente probable que el sudor moje máquinas, suelo y paredes.

Es por ello que en países como Estados Unidos existen reglamentos establecidos por agencias gubernamentales, los cuales indican como obligatorio el uso de la toalla para limpiar el sudor, a fin de frenar la seria amenaza de infecciones. En México no tenemos una norma similar, pero quienes están inscritos a los gimnasios deberían adoptar esta costumbre no sólo como una cortesía sino como una medida preventiva pues, obligatoria o no, la toalla ayuda a mantener alejado el sudor de las superficies fuera de nuestra propia piel.

La transpiración va acompañada de bacterias y sustancias que se adhieren a nuestro cuerpo durante el día. Así, salpullido, hongos y más pueden ser adquiridos mediante el contacto de la dermis con el sudor presente en los aparatos, colchonetas, suelo, paredes y cualquier equipo de entrenamiento. De ahí que acompañarse de una toalla limpia, así como darse un baño antes y después del ejercicio, se vuelve una regla de oro.

En el mismo contexto, si al acercarnos a una máquina detectamos que ésta se encuentra mojada, es preferible indicarlo al instructor y solicitar que acudan a limpiarla antes de utilizarla.

SIN VIRUS NI BACTERIAS

Hay enfermedades que pueden ser transmitidas de manera accidental sólo por el hecho de estar en un ambiente cerrado y concurrido. Recordemos que los gimnasios son utilizados por periodos prolongados y constantes por numerosos individuos, mismos que antes de llegar ahí estuvieron en contacto con otros sujetos probablemente enfermos, ya sea en oficinas, medios de transporte, baños, y más lugares donde se pescan infecciones virales o de cualquier clase.

Por ello se subraya la recomendación de darse un baño antes de ir al gimnasio (o antes de iniciar la sesión), a fin de no llevar a la sala bacterias del exterior.

Asimismo, en caso de estar resfriado o padecer gripe o alguna otra enfermedad infecciosa, no se debe asistir al gimnasio ya que no sólo se expone a los demás al contagio, sino que uno mismo es vulnerable a adquirir otros virus o bacterias que estén en el ambiente.

Antes, durante y después de utilizar los aparatos, debemos lavarnos las manos o utilizar gel antibacterial. Recordemos que los mangos de bicicletas estacionarias, caminadoras, elípticas, y equipo en general, pueden contener cientos de miles de organismos, fácilmente transmisibles a través de las manos. En el mismo sentido, mientras nos ejercitamos es importante evitar tocarnos ojos, nariz y boca.

MÁS QUE MODA, HIGIENE

El término ‘ropa de gimnasio’ no fue acuñado sólo para cumplir un aspecto de la moda o la estética (aunque la mercadotecnia actual lo plantea de esa forma); en realidad se trata de una medida para que las prendas utilizadas en estos lugares se reserven para ese único ambiente, es decir, que no se contaminen al traerlas puestas durante la realización de otras actividades.

Lo que se vista en el gimnasio debe ser cómodo y fabricado con materiales que favorezcan la correcta ventilación de partes como piernas y brazos. Igualmente, es indispensable lavarlo siempre que se termine la sesión, y que esa limpieza sea por separado del resto de la ropa.

El calzado juega un papel fundamental para la higiene. Al igual que la vestimenta, los tenis que se usen en el gimnasio nunca deben portarse fuera de él, por el evidente riesgo de que se adhieran elementos extraños a las suelas.

Es muy aconsejable el uso de guantes deportivos, los cuales no sólo darán mejor sujeción a los aparatos, sino que evitarán el contacto directo con las superficies tan expuestas a las bacterias. Desde luego, los guantes también deberán lavarse después de cada sesión.

Cuando el baño final se llega a tomar en las regaderas del local, es elemental utilizar sandalias. Lo mismo aplica en caso de hacer uso del sauna, la piscina y áreas similares. Esto para prevenir el temido ‘pie de atleta’, padecimiento que ocasiona comezón, sudoración, ardor, irritación, ampollas y descamación de la piel, y se contagia por un hongo que se reproduce en espacios con poca ventilación y mucha humedad.

TAREA INDIVIDUAL

La vista no engaña; si notamos que el gimnasio se encuentra desaseado, que hay manchas o polvo acumulado, no es prudente esperar a ver cuándo lo limpian. Nuestra salud está en juego y por lo tanto precisamos vigilar, y en su caso exigir, la buena higiene del lugar.

Otro punto fundamental para el bienestar es la adecuada ventilación y temperatura del recinto, las cuales sin duda contribuyen al rendimiento físico y protegen al organismo.

Recordemos que no siempre lo estético es lo más saludable: aunque el gimnasio luzca moderno y a la vanguardia, no significa que se encuentre libre de riesgos para la salud. Corresponde a cada quien adoptar las medidas que ya se señalaron, las cuales no sólo salvaguardarán la propia integridad, sino que no expondrán a los demás usuarios. No nada más se trata de cortesía, sino de responsabilidad hacia la gente con la que se comparten las instalaciones.

Correo-e: riturriaga@elsiglodetorreon.com.mx

Fuente: Médico Cirujano Carlos Hernández.

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