‘¡Suela, tacón y zapato… el Papa está en Guanajuato!’

Por: Gladys Solís.

Gritó hasta que la voz le quedó ronca. Gritó por el Papa.

“¡Suela, tacón y zapato, suela, tacón y zapato, Benedicto está en Guanajuato!”, se escuchaba la voz de Leticia Santoyo Navarro, de 56 años, originaria de Querétaro, desde la primera fila de gente en la esquina de López Mateos e Hilario Medina.

“¡Benedicto amigo, León está contigo!”, seguía cantando.

Comenzó a entonar su voz desde las 10 de la mañana cuando ocupó su lugar en la ruta papal. Aguantó bajo el sol durante 8 horas con un gorro de paja, ropa blanca y listo. Ni una gota de bloqueador, ni un bocado de comida, a puro té y agua.

Mientras esperaba el paso del papamóvil, se sentaba en cuclillas, se recargaba en sus amigos o caminaba para relajar las piernas, pero no dejaba de gritar. La porra que fuera ella la cantaba.

“¡Se ve, se siente, el Papa está presente!”. Ni si quiera se acordó de su dolor de columna, ni tampoco que no había dormido desde las 3 de la mañana que visitó el Expiatorio a rezarle al Santísimo, no paraba de gritar.

Del otro lado de la acera, José Refugio Villegas también inventaba porras con sus amigos.

El joven de 17 años era el “director de orquesta”.

“¡Mexicanos levanten las manos, que sepa Benedicto que lo amamos!”, cantaba “¡Trigo, arroz y alpiste, ¿Satanás por qué estás triste? Porque con Benedicto no pudiste!”.