Una fuente policial citada por la agencia Interfax señaló que el individuo, identificado como Yuri Piotrovski, explicó de manera confusa su conducta al calificarla de acción de protesta contra la Iglesia Ortodoxa Rusa y su posición frente al 'caso Pussy Riot'.
Un hombre de 62 años fue detenido hoy tras arrojar tinta a un icono de la catedral moscovita de Cristo Salvador, el principal templo ortodoxo de Rusia, informaron fuentes policiales de la capital rusa.
La policía indicó que el detenido, oriundo de San Petersburgo, la segunda ciudad de Rusia, y residente en Alemania, ha declarado que tiene antecedentes psiquiátricos.
Una fuente policial citada por la agencia Interfax señaló que el individuo, identificado como Yuri Piotrovski, explicó de manera confusa su conducta al calificarla de acción de protesta contra la Iglesia Ortodoxa Rusa y su posición frente al "caso Pussy Riot".
El 21 de febrero pasado, cinco integrantes del grupo Pussy Riot irrumpieron encapuchadas en una zona de acceso restringido del altar de la catedral de Cristo Salvador, donde escenificaron una plegaria punk con baile contra el actual presidente ruso, Vladímir Putin, a la sazón primer ministro y candidato a la presidencia.
"Madre de Dios, echa a Putin", decía la canción, cuyo vídeo fue montado posteriormente y difundido en internet.
La canción acusaba al patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kiril, de creer en Putin, y no en Dios.
Tres de las cinco participantes en esa acción, Nadezhda Tolokónnikova, Yekaterina Samutsévich y María Aliójina, fueron detenidas a comienzos de marzo y quedaron en prisión preventiva hasta el juicio, que celebró el mes pasado y en el que fueron condenadas a dos años de cárcel.
Las otra dos eludieron la persecución judicial y, según informó el grupo Pussy Riot, se refugiaron en el extranjero.
Juristas, psicólogos y criminólogos rusos criticaron públicamente la sentencia, al considerar que se basa en suposiciones y alusiones a dogmas religiosos que no pueden utilizarse como pruebas de delito.
La condena a las Pussy Riot provocó también un aluvión de críticas en la comunidad internacional, que la consideraron desproporcionada y un atentado contra la libertad de expresión.
