Suspenden. Las labores de búsqueda de una veintena de desaparecidos del Costa Concordia se debió a su fuerte deslizamiento.
El crucero "Costa Concordia" , que naufragó el 13 de enero ante las costas de la isla italiana del Giglio, se desliza a un ritmo constante de siete milímetros por hora, lo que complicó durante la jornada de ayer las tareas de búsqueda de los desaparecidos que podrían encontrarse en su interior.
Durante la mayor parte de ayer las labores de los buzos quedaron interrumpidas para no poner en peligro sus vidas, aunque a últimas horas del día se retomaron las tareas de inspección en la parte que no se encuentra sumergida, según explicó a medios locales el comandante de la Guardia Costera, Cosimo Nicastro
El profesor Nicola Costagli, encargado de seguir la evolución de la nave, indicó ayer que el barco registró un movimiento constante durante la noche y las primeras horas de la mañana, por los que se intentaba verificar si se trataba de "un deslizamiento sobre la base o un asentamiento interno de la nave".
Asimismo, precisó que la proa se deslizó a mayor velocidad que la popa, alcanzando los 15 milímetros por hora.
Pese a la imposibilidad de que efectivos de salvamento entren en el barco, las tareas de inspección siguen adelante gracias a un robot teledirigido por cable, con capacidad para descender hasta 500 metros de profundidad y enviar a la superficie las imágenes que capta.
Según explicó el responsable de prensa de los bomberos, Luca Cari, este artefacto se está utilizando para verificar los puntos de apoyo de la nave, y se emplea, además, en la búsqueda en el mar de la veintena de personas todavía desaparecidas.
Cari indicó que el robot ya ha inspeccionado dos áreas de la nave, de unos 10 mil metros cuadrados, en la proa y en la popa, al tiempo que detalló que se dispone de otros sistemas de detección, que incluyen mecanismos de tipo acústico que permitirán obtener una idea de la morfología del fondo marino.
La atención se centra ahora en las previsiones meteorológicas, ya que se espera marejada, lo que hace temer por la estabilidad del barco, ya que las corrientes y el oleaje podrían empujar al casco hacia el fondo del mar, al encontrarse a pocos metros de un precipicio de unos setenta metros de profundidad.