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Tapando arterias

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Tapando arterias

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Roberto Iturriaga

Cuidar el consumo de platillos ricos en grasa no sólo es importante a la hora de cultivar o mantener una figura esbelta, sino que resulta esencial para proteger el buen estado de nuestras arterias, protagonistas en el óptimo funcionamiento del cuerpo humano.

Comer es una de las actividades más placenteras para los seres humanos, pues al hacerlo, además de la satisfacción física recibimos alivio psicológico. La lista de alimentos que pueden agradarnos es interminable y depende de nuestra voluntad consumirlos en menor o mayor medida.

Pero más allá del gusto, es sabido que la comida es uno de los más importantes factores de los cuales deriva nuestro estado de salud. Es por ello que durante los últimos años la dieta ha representado un tema de profundo análisis para la comunidad médica. Así, se ha determinado que el exceso de alimento en general y la ingesta desmedida de ciertos platillos causan enfermedades serias, principalmente la obesidad y las diferentes afecciones que ésta acarrea. Entre esos daños destacan las arterias tapadas, efecto al que se le conoce como arterioesclerosis.

Se trata de un padecimiento que no debe ser tomado a la ligera pues llega a presentarse en cualquier edad, incluyendo la infancia; no distingue raza o situación geográfica y se ha vuelto una auténtica epidemia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Secretaría de Salud (SSA).

RUTAS ESENCIALES

Las arterias forman parte del sistema circulatorio en nuestro cuerpo, son una especie de canales vitales para que la sangre y los nutrientes en ella puedan ser transportados a lo largo de miembros y órganos.

En el corazón existen arterias a las cuales se les conoce como coronarias; hay cinco principales y su función es la de regular la entrada y salida de sangre en esta víscera. Es así que su buen estado es vital para el bienestar.

Una arteria puede taparse por distintas razones, sin embargo la causa número uno es la alimentación que observemos en toda etapa, desde nuestra edad más temprana. Y es que cada vez que comemos algo con grasa, ésta pasa a través de las arterias. Es normal e incluso es recomendable que exista cierta cantidad de lípidos en las paredes arteriales; el problema aparece cuando el nivel de grasa comienza a provocar estragos en el flujo sanguíneo, es decir, cuando es tanta que la sangre desarrolla dificultades para realizar su paso normal a través de esas cavidades. Ahí nuestro cuerpo sufre una insuficiencia grave de oxígeno y otros elementos normalmente presentes en la sangre, lo cual puede causar complicaciones como embolias e infartos de carácter grave.

OBSTRUCCIÓN EN CAMINO

Prevenir la obstrucción arterial es algo que, idealmente, a cualquiera debería interesarle. Eso no quiere decir que debamos eliminar por completo toda la grasa de nuestra dieta, pero sí es indispensable efectuar un análisis de lo que nos llevamos a la boca y de las medidas que podemos adoptar para no arriesgarnos a sufrir de altas concentraciones de lípidos en el sistema circulatorio. Lo fundamental a revisar en el menú diario es lo siguiente:

Embutidos y carnes

Los diversos cortes de carne (y en especial algunos como prime rib, New York y t-bone) se encuentran usualmente en la lista que los especialistas detectan en el historial de los pacientes que han desarrollado arterioesclerosis. De hecho, una persona que suele comer carne roja tiene hasta tres veces más tendencia de sufrir tal complicación, debido a las grasas saturadas. No debe dejar de citarse en el mismo grupo al tuétano, la piel de pollo (que muchos ingieren con las alitas), el chicharrón (botana muy común) y las vísceras.

En el caso de los embutidos (salchichas, jamón dulce, chorizo, chistorra y demás) la situación es similar. Lo que es más, a estos alimentos se les añaden ingredientes como sal y conservadores, que elevan el sodio y el hierro a niveles peligrosos para la salud. Si su ingesta continua se combina además con una vida sedentaria, es casi seguro que las paredes arteriales incrementarán sus niveles de grasa, lo cual por si fuera poco aumentará el riesgo de presentar diabetes, hipertensión y más padecimientos.

Harinas

En el mercado existen fundamentalmente alimentos con dos tipos de harinas: integral y refinada. En general todo producto que incluye cualquiera de las dos tiene un considerable contenido de calorías y sólo por ese hecho debe pensarse dos veces antes de comerlo. Aun así, elegir una u otra sí marca una diferencia, pues las harinas integrales tienen niveles de glucosa y calorías que el hígado puede digerir más fácilmente, y esa correcta digestión ayuda a que los lípidos se procesen de mejor forma, evitando así su concentración en el organismo.

Por su parte, las harinas refinadas poseen poco contenido nutricional y una alta cantidad de hidratos de carbono. En el caso de los panes glaseados, las donas y otros postres que entran en la categoría que conocemos como bollería industrial, se agregan además azúcares y sodio. En resumen, ingerirlos equivale a darle al cuerpo una ración de elementos innecesarios.

Es por ello que todos estos alimentos deben consumirse de forma moderada, responsable, y siempre y cuando se cuente con un plan de ejercicio que garantice a corto plazo la quema de los carbohidratos, pues de otra forma se corre el riesgo de almacenar grasas y perjudicar las funciones hepáticas.

Mantequilla y otros derivados lácteos

Los productos lácteos y todos sus derivados pueden formar parte de una dieta balanceada, son hasta cierto punto inofensivos si se comen ocasionalmente y con moderación. La clave está en las raciones apropiadas para cada organismo pues hablamos de alimentos que generalmente alcanzan un alto contenido lipídico, principalmente tratándose del queso y la mantequilla que tienen las grasas en forma saturada.

La leche, el queso y en especial la mantequilla figuran entre los principales productos que un médico ordena eliminar cuando se debe seguir un régimen bajo en colesterol. Algunos estudios incluso señalan que una sola taza de leche entera puede llegar a tener hasta 34 miligramos de colesterol, hecho que nos debe poner en alerta sobre la posibilidad de beber mucha en un periodo corto de tiempo.

MANTENLAS LIBRES

Además de la cuestión alimentaria existen otros factores que suelen favorecer el bloqueo de arterias, como son: el consumo del tabaco y la falta de actividad física regular. En algunos casos interfieren igualmente ciertos problemas hormonales. Pero como ya se indicó, el principal enemigo de las arterias es una dieta rica en grasas.

Para quien desarrolla arterioesclerosis se cuenta con métodos para destapar o limpiar estas vías de manera inmediata, principalmente mediante se recurre a una cirugía denominada cateterismo. Pero ¿para qué llegar a ese punto, si la manera más segura de garantizar la salud y el bienestar radica en nuestros hábitos?

No arriesgue su bienestar; si el estilo de vida que ha llevado hasta ahora encaja dentro de lo que hemos revisado como factores de riesgo, solicite una evaluación con un especialista. Analice su plan de alimentación y haga los ajustes necesarios para que su menú esté libre de grasa excesiva. Recuerde que puede solicitar orientación a un nutriólogo; un régimen diseñado a la medida de sus necesidades orgánicas contribuirá sustancialmente a la buena circulación.

Correo-e: riturriaga@elsiglodetorreon.com.mx

Fuente: Médico Cirujano y Cardiólogo Luis Sergio Carranza.

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