Tras las elecciones del próximo seis de mayo, la etapa tecnócrata de Lukás Papadimos en Grecia terminará entre opiniones divididas sobre su gestión. ARCHIVO
Marioneta de Bruselas, valiente reformador, cabeza de una antidemocrática Junta de banqueros, personalidad honrada en un mar de corrupción. Las definiciones del primer ministro interino de Grecia, Lukás Papadimos, tras cinco meses de Gobierno, son tan variadas como las opiniones de los griegos.
Papadimos, un ex vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) de perfil eminentemente tecnócrata, fue elegido en noviembre pasado para liderar una coalición de "unidad nacional".
El ejecutivo, compuesto por los socialistas del Pasok, los conservadores de la Nueva Democracia y los ultraderechistas de LAOS (que luego salieron), se hizo necesario tras el anuncio del exprimer ministro socialista Yorgos Papandréu de convocar un referéndum sobre el segundo paquete de rescate para Grecia.
Estos planes no gustaron nada a los socios comunitarios, que presionaron para una salida de Papandréu y la formación de un Gobierno más amplio para poder adoptar las reformas necesarias.
El objetivo del nuevo Gobierno era, en un principio, ratificar el plan de rescate y llevar a Grecia hasta elecciones anticipadas, que fueron postergadas una y otra vez, hasta el 6 de mayo.
En estos cinco meses y medio, el Gobierno ha logrado -a pesar de los odios y enemistades dentro de la propia coalición- llevar a término buena parte de las reformas que se le exigían desde la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En primer lugar, se negoció la quita de parte de la deuda, que concluyó recientemente con la condonación de algo más de 100,000 millones de los 360,000 millones de euros a los que asciende la deuda, equivalente a cerca del 170 % del PIB griego.
Igualmente, Papadimos logró la aprobación parlamentaria de las medidas que exigía la UE para la concesión del polémico segundo préstamo de rescate por valor de 130,000 millones de euros.
Este nuevo rescate ha despertado gran controversia ya que, además de que el crédito será utilizado exclusivamente para financiar la recapitalización bancaria y el pago de la deuda, implica una nueva vuelta de tuerca en las medidas de austeridad.
En contra de la opinión de sindicatos y de la patronal, las medidas incluyen una reducción del salario mínimo de entre el 22 y 32 % y elimina la necesidad de respetar los convenios colectivos.
Además, se aprobó otro recorte presupuestario de 3,000 millones de euros, que afecta la Sanidad, los gastos de personal y Defensa, y la eliminación de 15,000 empleos públicos en 2012.
En total, se han aprobado unas 50 leyes y 13 tratados internacionales y "se ha puesto en práctica el 70 % de las obligaciones contraídas por el segundo rescate", explicó hoy a Efe un miembro del Gobierno que pidió el anonimato.
Otro 20 % se aprobará en los próximos días al depender de decisiones ministeriales mientras que el 10 % restantes deberá ser adoptado por el Parlamento que salga de las urnas el domingo.
La privatización de infraestructuras y empresas públicas, exigida por Bruselas, "está en el buen camino" y "se ha realizado la mayor parte de los preparativos", dijo la fuente, aunque admitió que no se pudo vender propiedades por la situación negativa en los mercados.
En la lista de tareas pendientes están la liberalización de las llamadas "profesiones cerradas", como taxistas, abogados y notarios, en las que se ha avanzado poco y el despido de los funcionarios, que debería entrar en vigor el 1 de julio.
Según el economista Yorgos Vitros, candidato a las elecciones por un pequeño partido liberal y proeuropeo, las cosas "se han hecho mal desde el primer rescate".
"Si se hubiese reducido el sector público desde el inicio, del 20 % de desempleo que tenemos, el 17 % serían funcionarios y sólo el 3 % del sector privado, y no al revés como ocurre ahora. Con el agravante de que a los funcionarios los tenemos que despedir en los próximos meses y el desempleo aumentará", explicó a Efe.
El próximo Ejecutivo deberá aprobar más recortes por unos 11,500 millones de euros y despedir a 150,000 funcionarios hasta 2015.
En la calle no todos están tan contentos con Papadimos como en Bruselas, pues el paro afecta ya a la mitad de los jóvenes y la pobreza a uno de cada tres griegos.
El tecnócrata contaba con un apoyo superior al 70 % cuando tomó el cargo, mientras que la última encuesta asegura que menos del 18 % de los griegos quieren verlo de nuevo al frente del Gobierno.
Pero no parece que eso suceda. Según confesó a Efe un colaborador de Papadimos, éste "no tiene intención de liderar un nuevo Gobierno a menos que la situación sea de extrema urgencia".