Tiempos políticos
Los tiempos políticos de nuestro país parecen hechos para dificultar el impulso de proyectos y el logro de objetivos.
Nuestras elecciones presidenciales son el primer domingo de julio de cada seis años. El ganador debe esperar cinco largos meses para tomar posesión del cargo, mucho más que los mandatarios de otros países del mundo. El plazo en los Estados Unidos es de menos de tres meses, en Francia de una semana y en el Reino Unido de dos días.
Pero no para ahí este mal uso de los tiempos. Además de tener que esperar cinco meses, más que cualquiera, el presidente mexicano asume el poder el 1 de diciembre. Este es el día en que empieza el último mes del año, un mes marcado por los festejos y que abre las puertas a las vacaciones de invierno que dejan a buena parte del país en una pausa productiva hasta principios o mediados de enero y que en el caso de los legisladores se extiende hasta principios de febrero. La diferencia es marcada con Estados Unidos, donde las elecciones son el primer martes de noviembre y la toma de posesión tiene lugar en enero, en un momento en que se reinician las actividades políticas tras las vacaciones navideñas.
Esta pausa navideña ha tenido ya consecuencias negativas para nuestro país. En 1994, cuando comenzó el gobierno de Ernesto Zedillo, la falta de un director de crédito y de otros funcionarios importantes en la Secretaría de Hacienda complicó los problemas provocados por la devaluación del 20 de diciembre e hizo que lo que en un principio se pensó como una simple ampliación de la banda de flotación en 15 por ciento y que pronto se convirtió en un desplome del peso que parecía no tener fin.
En el pasado los nuevos presidentes utilizaban la pausa de diciembre para llenar los huecos de un equipo de trabajo que el 1 de diciembre entraba nada más con los titulares del gabinete presidencial. Cientos o miles de designaciones se hacían los primeros días de diciembre. Los nuevos funcionarios se quedaban a trabajar en las vacaciones de diciembre, pero ante la falta del personal era difícil empezar a impulsar programas o cambios. Había que esperar a que comenzaran las actividades el año siguiente.
Este año, cuando menos, el presidente Enrique Peña Nieto se puso a trabajar con anterioridad. Un equipo de transición trabajó estrechamente con funcionarios del gobierno saliente para preparar el cambio de gobierno y no tener que empezar todo a partir del 1 de diciembre. Desde antes de asumir el poder, por otra parte, el presidente electo apoyó la iniciativa de reforma laboral presentada por el entonces mandatario Felipe Calderón.
El presidente electo también promovió nuevas iniciativas, a través de las bancadas del PRI en el Senado y la Cámara de Diputados. Quizá la propuesta más importante ha sido la de eliminar la Secretaría de Seguridad Pública para concentrar las funciones de seguridad interior en la Secretaría de Gobernación.
Habrá que juzgar próximamente qué tanto se adelanta en la transición gracias a estos esfuerzos previos. Pero no hay duda de que mucho ayudaría al país tener un margen de relevo más breve y con un cambio de gobierno que no fuera previo a un periodo de vacaciones.
Twitter: @SergioSarmient4