Existió alguna vez, en un mundo alterno al que ahora vivimos, un país con una riqueza cultural fantástica. Era el país que muchas potencias hubieran querido sobreexplotar; petróleo al por mayor, recursos naturales, especies endémicas, situación geográfica que cualquier mercado desearía.
Esta nación, lamentablemente era habitada por humanos; pequeñas criaturas que siendo poseedores de grandes capacidades, sólo utilizaban las habilidades necesarias para subsistir y tan sólo unos cuantos eran los bienaventurados que lograron potencializar dichas capacidades natas.
Un buen día, el monstruo de tres cabezas que gobernaba dicho país, se asoció con sus demás monstruillos para implementar una nueva forma para "reactivar la economía".
Llamaron a su nuevo proyecto "El buen fin".
-Las criaturas comerciantes, los duendecillos comunicadores, y por supuesto ustedes humanos consumistas con capacidades natas desperdiciadas, son los que se beneficiarán con "El buen fin"-, anunciaba el monstruo de tres cabezas a su nación.
Durante cuatro días enteros, los humanos podrían adquirir cualquier producto, bien o servicio a precios bajos, "los más bajos de todo el año", insistía el gran monstruo. Todo parecía perfecto, con "El buen fin" los humanos por fin tendrían la oportunidad de comprar lo que siempre volteaban a ver en la vidriera, pero al vaciar sus bolsillos se daban cuenta de que no eran capaces de pagar.
Pero había ciertos humanos que, como expliqué, al principio 'lograron potencializar sus capacidades natas', mismos humanos que no eran muy queridos por el monstruo de tres cabezas pues pasaban la vida cuestionando lo que este último hacía o dejaba de hacer para gobernar. Y por supuesto que este nuevo proyecto no iba a ser la excepción.
Humanos como Alejandro Villagómez, investigador del CIDE en materia económica, pusieron en tela de juicio la viabilidad del nuevo proyecto que impulsaría la economía. Y es que el monstruo de tres cabezas gobernante, los duendecillos comunicadores y las criaturas comerciantes aseguraban que este proyecto beneficiaría al país; reactivando la economía al estimular el consumo, lo que desencadenaría el aumento de empleo y la actividad comercial.
En realidad todo parecía color de rosa, pero es que el monstruo gobernante creía que era el único con conocimientos de economía. Afirmaba que se reactivaría la economía promoviendo el consumo, cuando en realidad se necesitan muchos más elementos para lograr esto, como bien lo decía Alejandro Villagómez "si el objetivo es estimular al mercado interno, hay que recordar que éste no es un resultado claro que se obtiene sólo vía el consumo, particularmente en las condiciones de ingreso y su distribución en el país. En tal caso, lo que se requiere es promover cambios de fondo que permitan el funcionamiento de un mercado interno dinámico, producción eficiente que generen empleos e ingresos y, entonces sí, un mayor consumo y, en conjunto, crecimiento económico".
Es entonces cuando diferentes humanos se comenzaron a cuestionar sobre si "El buen fin" se había hecho para su beneficio o el beneficio del monstruo y sus monstruillos. Si en realidad era para reactivar la economía o sólo eran técnicas mercadológicas en las que las sociedades de criaturas comerciantes se llenarían los bolsillos a costa de la mentalidad consumista que los duendecillos comunicadores con gran esfuerzo habían plantado en los humanos de ese país.
Llegó el fin de semana tan esperado y todos los humanos corrieron a sus tiendas preferidas a comprar productos, servicios y bienes que creen necesitar… y de la reactivación económica de ese país, eso, está por verse.
En twitter: @karenleyvaa
En Hotmail: Karen_leyvaa@hotmail.com
