De acuerdo al Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) sólo 12 ciudades del país, de un total de 77, poseen un nivel adecuado o alto de competitividad. Entre ellas no está Torreón, quien ha descendido dramáticamente sus niveles de competividad. En contraste sí está Saltillo, y Monclova mejoró sus niveles al igual que Piedras Negras.
El informe presentado por el IMCO bajo el título de “El Municipio, una institución diseñada para el fracaso”, nos obliga a reflexionar ¿dónde está la fuerza de la Laguna?, esa que nos caracterizó por décadas y que incluso fue el detonante para generar una mayor riqueza que las capitales. Sin duda el hecho de que también sea Saltillo una de las ciudades con mejores niveles de competitividad nos refuerza la tesis de cómo los gobernadores han privilegiado el desarrollo de la tierra del sarape sobre La Laguna de Coahuila. Aunado a esta preferencia se encuentra la incapacidad de diferentes administraciones municipales donde la improvisación ha sido la principal característica.
El estudio compara a las 77 ciudades más importantes del país y entre los elementos que se analizan se encuentra: las finanzas públicas, que las ciudades sean compactas, la movilidad urbana, la seguridad pública, los residuos urbanos y la gestión del agua.
Torreón prácticamente sale reprobado, pero sin duda lo más alarmante es el deterioro que ha sufrido en tan pocos años la ciudad, lo que lleva al IMCO a ubicar a la Comarca Lagunera en el lugar 44 entre 77 ciudades y zonas metropolitanas. Su desarrollo en el entorno nacional es “medio bajo” en contraste a las cinco ciudades más competitivas que son: Monterrey (a pesar de la violencia que ha azotado a la sultana del norte en los últimos años), Valle de México, San Luis Potosí, Querétaro y Saltillo.
Entre las principales causas de nuestra desgracia está la ausencia de un plan rector de desarrollo urbano, Torreón ha crecido de una manera desorganizada que afecta la dotación de servicios primarios, ya que de acuerdo al IMCO “el desarrollo urbano compacto y ordenado de las ciudades es fundamental para aumentar la calidad de vida de sus habitantes y garantizar la provisión universal de servicios básicos a un costo manejable para los municipios”. El desorden urbano no se limita a la dificultad que representa el dar los servicios de agua, luz, sino que también es un factor que alienta la inseguridad.
“Mientras menos compacta es una ciudad, existe una probabilidad más alta de encontrarse con calles desiertas, espacios públicos abandonados y por tanto, una mayor oportunidad para la aparición del delito”, afirma el estudio.
El factor de la inseguridad que ha experimentado la región en los últimos años también ha afectado nuestra competitividad, es un hecho que la violencia ahuyenta no sólo las inversiones sino también a los talentos. ¿Cuántos laguneros han emigrado buscando un poco de paz?, ¿cuánta fuerza productiva hemos perdido? Al menos en mi círculo cercano cuento a más de 5 amigos que han decidido residir en Canadá o en Estados Unidos obligados por el temor que genera el vivir en una ciudad peligrosa.
Pero obviamente la violencia no es la única variable responsable de nuestra debacle, Monterrey es la prueba de cómo se puede ser competitivo a pesar del alto índice de criminalidad. El IMCO pone el dedo en la llega al mencionar la incapacidad de las autoridades municipales. A nivel nacional el 63 por ciento de los funcionarios municipales apenas cuenta con la preparatoria, sólo el 37 por ciento cuenta con alguna licenciatura o un estudio de posgrado.
Es cierto, la universidad no garantiza la capacidad, pero sin duda el tener una mejor preparación ayuda a tomar mejores decisiones.
¿Cuántos regidores y directores actualmente despachan en Torreón, Gómez Palacio y Lerdo sin estudios universitarios?, obviamente son muchos aunque todos firmen como licenciados. Pero además de la falta de preparación están los compadrazgos, los puestos públicos se otorgan gracias al amiguismo y no a una capacidad probada. Sin duda la curva de aprendizaje nos cuesta muy cara a los ciudadanos. En La Laguna sobran los ejemplos.
La rotación de funcionarios también afecta la competitividad de los municipios, pero sobre todo la falta de continuidad en los planes de administración. Cada alcalde nombra a sus directores con el único objetivo de borrar todo lo hecho por su antecesor, incluso aunque la administración saliente sea del mismo partido. Aunado a esto se encuentra la falta de proyectos metropolitanos, políticas públicas que no se limiten a la construcción de puentes sino a generar proyectos económicos conjuntos. ¿Cuántas veces se han reunido Eduardo Olmos, Rocío Rebollo y Roberto Carmona para diseñar proyectos conjuntos que promuevan las fortalezas de la región?
Es cierto, Saltillo, Monclova e incluso Piedras Negras han crecido, pero más del 40 por ciento de sus ingresos proviene del Gobierno Estatal y Federal, lo que alimenta la tesis de cómo los gobiernos estatales han privilegiado a otras regiones sobre La Laguna, la cual genera más recursos propios y sólo el 17 por ciento proviene del Gobierno. Sin embargo, no hemos entendido la necesidad de impulsar proyectos regionales que generen riqueza. En medio de la globalización los regionalismos son fuente de riqueza.
En 2007 algunos estudios ubicaban a La Laguna en el octavo lugar para vivir, sin embargo ahora en 2012 estamos en el lugar 44 donde el salario per cápita es de apenas 4,600 pesos mientras que en otras regiones, incluso históricamente más violentas como Culiacán, el sueldo promedio per cápita es de 9,600. Por si fuera poco no se generan empleos y muchos jóvenes egresan de las universidades en busca de una oportunidad.
Por siempre Torreón fue el municipio que mayor riqueza generaba en La Laguna. De 5 años para acá esto es historia, algunas voces responsabilizan a la violencia, mito, que insisto, se cae al ver la competitividad que tiene Monterrey.
Por otra parte y paradójicamente la caída en competitividad se experimenta en el sexenio de Humberto Moreira, donde los dirigentes empresariales fueron seducidos por el exgobernador para ocupar cargos públicos e incluso se promovió la división entre las cámaras empresariales. Causalidad o no, pero lo cierto es que Torreón perdió competitividad al mismo tiempo que los empresarios se politizaron y privilegiaron el quedar bien con el gobierno en turno.
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