La noche del sábado 30 de enero de 2010 estudiantes de tres diferentes preparatorias celebraban una fiesta en una casa de Villas de Salvárcar, Chihuahua. Cerca de la media noche sujetos armados llegaron al lugar y dispararon contra los asistentes, el saldo: 15 personas muertas.
"El Diego", líder del brazo armado del cártel de Juárez, tras ser detenido, confesó haber ordenado la masacre. Lo que no se sabía hasta ahora, es que al menos tres de las armas empleadas en la matanza fueron facilitadas por el gobierno estadounidense, de acuerdo con un documento de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), difundido ayer domingo por la cadena de televisión hispana Univisión.
El documento, firmado el 9 de marzo de 2010 (dos meses después de la masacre), está dirigido al entonces comandante de la Quinta Región Militar, en Chihuahua, general de Brigada Jesús Espitia Hernandez, en el cual, el subteniente Rigoberto Vega García explica que "de acuerdo a información obtenida por la Agencia de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego de Estados Unidos, se utilizaron armas provenientes de un programa de rastreo de esta dependencia norteamericana, y fueron ingresadas por la frontera de Rodrigo M. Quevedo, Chihuahua, de manera ilegal".
Además de esas tres armas, la televisora estadounidense identifica al menos otras 50 que fueron llevadas a México por compradores monitoreados por la Agencia de Armas de Fuego de EU durante la operación "Rápido y Furioso".
Estas armas fueron aseguradas en México en sitios donde ocurrieron crímenes. Sus números de serie aparecen como parte del programa de rastreo. Previamente, el gobierno estadounidense ya había relacionado 122 rifles y pistolas con delitos como el asesinato Mario González, hermano de la exprocuradora de Chihuahua Patricia González, así como el homicidio del agente de la patrulla fronteriza Brian Terry, el cual desató el escándalo en EU.
A través de la operación "Rápido y Furioso" la ATF permitió "caminar" mil 961 armas fuera de Estados Unidos con el objetivo de llegar hasta los capos de los cárteles que adquieren el armamento. Sin embargo, la agencia perdió el rastro de los cargamentos.