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Un canto a la vida

FIDEL, ANTONIO Y GUADALUPE DAN TESTIMONIO DE LA TRADICIÓN ORAL LAGUNERA: EL CARDENCHE

Sin registro. Fidel, Antonio y Guadalupe preservan el Canto Cardenche, del cual aseguran desconocer de dónde proviene.

Sin registro. Fidel, Antonio y Guadalupe preservan el Canto Cardenche, del cual aseguran desconocer de dónde proviene.

DIANA NÁPOLES

Sus nombres han sido pronunciados en el desierto que los vio nacer, en el ejido de Sapioriz, Durango. Fidel Elizalde, Antonio Valles y Guadalupe Salazar, son tres campesinos que a través de su voz se han encargado de mantener viva una tradición centenaria, recibida de sus padres y abuelos. Ellos integran el último grupo de Cardencheros de México, y a través de su canto dan testimonio de una tradición oral que perpetúa un rasgo de la cultura popular lagunera.

Fidel Elizalde nos cuenta que se trata de un canto polifónico, sin música, que se interpreta a capela. "Empezábamos a cantar por curiosidad, cuando estábamos echándonos un trago. Y nuestros padres, los señores cardencheros de esa época, nos incitaron a seguir cantando."

Antonio Valles, dice que no saben con certeza cómo empezó esta tradición. "Sabrá Dios de dónde vendría o quién compondría las canciones, porque no tienen un registro", explica.

Ellos explican que ser cardencheros es un honor, porque nunca se imaginaron que esta expresión musical tendría tanta difusión. "Nuestros antepasados cantaban aquí en la comunidad, afuera del caserío, en la oscuridad. El canto inició allá por 1800, cuando no había luz eléctrica, ni radio."

Fidel relata, "Nuestros antepasados prendían una fogata, ahí hacían su cigarro de hoja, y entre canto y canto se echaban su traguito; a eso le decíamos 'la pastilla'. A veces durante las presentaciones nos preguntaban: «¿Qué van a necesitar?», y respondíamos: «Pues tres sillas y la pastilla». Pero cuando vamos a universidades o a lugares donde hay niños, ahí no. Aunque esto era parte de la tradición, la pastilla", comenta.

 ¿CÓMO SE SIENTE EL CARDENCHE?

Guadalupe Salazar explica que para sentirlo hay que conocerlo. "Nosotros lo conocemos desde niños y por eso aprendimos a sentirlo." Fidel nos cuenta: "Cuando era niño escuchaba cantar a mis padres en la madrugada, porque no había otra diversión. Surgía de su necesidad de expresión, para echar fuera los resentimientos, tristezas, a veces la impotencia de no poder darle a sus hijos lo más elemental."

Los tres Cardencheros desean dejar enseñanza de esta manifestación de la cultura. "Porque nosotros nos vamos a acabar y no queremos que se quede en el olvido", exponen. Antonio Valles dice que para ser Cardenchero se requiere tener sentido en el canto, y aclara que "algunas letras están trabajosas, pero poniéndole atención y echándole ganas sí se aprende", nos dice.

En 2009, recibieron el Premio Nacional de Artes y Ciencias, ocasión que aprovecharon para plantear ante el presidente, Felipe Calderón, que les gustaría contar con un local de usos múltiples en Sapioriz, el cual funcionara como centro cultural y pequeño museo. Fidel nos relata: "Yo le hice ver al presidente que teníamos el sueño de contar con un local, no sólo para el canto, sino también para que ahí se enseñaran bailes tradicionales, manualidades y otras actividades, queríamos que sirviera a toda la comunidad. Además, tenemos muchos reconocimientos; diplomas, libros, tesis y la medalla que nos dieron en 2009, por eso pensamos que sería bueno que estuvieran en un solo lugar, donde la gente pudiera venir a verlos."

Los Cardencheros cuentan que después de realizar esta petición ante el presidente recibieron la visita del gobernador, con motivo de la entrega de un reconocimiento, donde replantearon su petición. "Nos dijeron que sí. Hasta mencionaron que contratarían un maestro para el centro, pero han sido puras promesas. Hemos hablado en otra ocasión con el gobernador, y nada más nos dicen que sí. Nosotros ya conseguimos el terreno, nos dimos un 'entre' con los ejidatarios, para que nos cedieran el espacio. Pero esto se está quedando en lo que fue, un sueño nada más. Nos sentimos tristes, no crea, porque no ha habido respuesta. Ojalá esto llegue a las autoridades y se den cuenta que estamos decepcionados. Vamos a seguir insistiendo."

 SU VIDA

Al escuchar sus voces uno se pregunta, cómo viven, quienes han preservado esta herencia capaz de transmitir esa sensación de desarraigo con su canto. Fidel dice que su vida siempre ha sido trabajar en el campo. "Nosotros no nos dedicamos a esto, sino a la tierra. Siempre dejamos lo que tengamos que hacer por andar en la canción cardenche. Hemos recorrido alrededor del 80% del país, y otros lugares como París, New York, dando a conocer esta expresión." Antonio Valles relata "Tenemos nuestro pedacito de tierra y trabajamos, pero estamos dispuestos a salir a donde nos inviten, con mucho gusto."

Los Cardencheros se muestran respetuosos de la herencia que recibieron. "No le ponemos ni le quitamos versos a las canciones. En el cancionero nuestros antepasados nos dejaron alrededor de ochenta canciones, pero ellos conocían más de cien; podían cantar toda la noche sin repetir ninguna. Ahora, tenemos un repertorio de 46 canciones."

Fidel relata que de algunas ya no alcanzaron a aprender la melodía, y que las que interpretan son las que aprendieron. "Por fortuna mi madre todavía canta, aunque ya está muy acabadita. A veces dice «me acordé de otra canción», y las anotamos. Otras veces nos da nuestros tironcitos y nos dice: «ya no la cantaron igual, ésta se canta así»", recuerda.

Asimismo, Fidel explica que han tenido mayor reconocimiento a partir del premio en 2009. "Antes nos juzgaban locos, sentíamos que la gente no nos tomaba en cuenta, hasta que recibimos el premio a nivel nacional."

 ¿CÓMO CONTINUAR LA TRADICIÓN?

Desde hace años, el grupo de Cardencheros se han sentido preocupados por interesar a las nuevas generaciones para que aprendan la peculiar belleza de este canto. En respuesta a esta necesidad de preservar el canto, se formó un grupo de ocho jóvenes, originarios también de Sapioriz, que desde julio de este año comenzaron a iniciarse en su enseñanza. Fidel explica que él les veía interés a estos jóvenes desde el año pasado. "Yo siento que esto va trascendiendo día con día, y veo que sí le están poniendo empeño. Pero no es sólo nuestro mérito, la Dirección de Culturas Populares y el gobierno de Durango, les dieron una beca para incentivarlos."

Noel Rodelo Salazar, uno de los aprendices, dice que quieren aprender el canto para rescatarlo: "Nos proponemos que siga adelante, que se fomente, y se siga conociendo. Que no se muera la tradición."

Adrián Castillo Soto, otro de los jóvenes que están aprendiendo dice: "Estábamos interesados en que fuera gente de aquí mismo, porque creemos que nos corresponde a nosotros lograr que no se pierda. Hace tiempo hubo otros cardencheros, los de La Flor de Jimulco, pero con ellos pasó lo que estamos tratando de que no pase; se acabaron los señores, y se terminó el canto, no hubo quien lo rescatara", explica.

"A mí me honra, porque es de mi tierra y quiero darlo a conocer a las nuevas generaciones, yo soy profesor de primaria", dice Margarito Puentes García, integrante del grupo de aprendices. Por otro lado, Ángel Valenzuela Elizalde, alumno y sobrino de Fidel Elizalde, dice que "Al aprender una canción y cantarla, uno siente algo adentro, hasta se te enchina la piel."

El canto cardenche fue declarado patrimonio cultural mexicano por el INAH, y su registro se encuentra en la fonoteca nacional. La leyenda de los cardencheros atravesó las fronteras de aquel pueblo, y seguirá haciendo historia mientras estas voces, las de quienes ahora lo transmiten y las de sus predecesores, continúen entonando las mismas notas que un día, un grupo de campesinos compuso en el desierto de sus noches, sin más intención que la de expresar su sentir.

En Twitter: @diananapoles

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Escrito en: jovenes columnistas

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